En el universo del arte hay quienes transitan caminos luminosos y otros que prefieren los claroscuros. Héctor Alcides Arce, cordobés de formación y misionero por elección simbólica, camina con firmeza por el sendero de las sombras, aunque no las teme. Las transforma. Las observa con mirada crítica, pero también poética. Su pincel navega por territorios oníricos donde el mito, la memoria y lo urbano se funden en una estética que él mismo define como “surrealismo misionero tenebroso”.
Arce es Maestro de Artes Plásticas y Profesor de Dibujo y Pintura, egresado de la Escuela Provincial de Bellas Artes Dr. Figueroa Alcorta. A lo largo de su carrera ha transitado múltiples experiencias, desde su participación como expositor en encuentros internacionales —como el que se llevó a cabo en la Pontificia Universidad Católica de Chile en 1987— hasta sus propias muestras individuales, como De la Mitología a la Realidad, inspirada en la antigua Biblia Maya.
En sus obras hay un diálogo constante entre el territorio y el símbolo. Los paisajes urbanos, los mitos del noroeste argentino, la figura de Spilimbergo y los íconos religiosos reinterpretados conforman una trama visual que exige detenerse, mirar con atención, dejarse incomodar.
Pero más allá de los muros de las salas de arte, Héctor también ha sido sembrador silencioso: colaboró en proyectos comunitarios y talleres de arte en escuelas primarias y salones barriales de Córdoba, compartiendo su mirada con quienes quizás no sabían que también podían ser artistas.
Este agosto, Arce estuvo presente en la muestra colectiva de OMA —Open Misiones Arte—, y fue premiado en el Complejo La Aventura, en Posadas. Allí, junto a otros artistas, compartió su trabajo con el público misionero. Fue una nueva oportunidad para asomarse a su imaginario: un mundo donde la selva se oscurece en tonos de acrílico, donde lo sagrado se vuelve profano, y donde el arte late con fuerza entre las grietas de lo cotidiano.
Hay en su obra una advertencia, pero también una invitación. A mirar de frente lo que muchas veces preferimos no ver. A descubrir que incluso en lo tenebroso puede haber belleza. O al menos, sentido.
Claudia Olefnik
Artista plástica
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