Hacer ejercicio en ayunas es una tendencia que circula con fuerza en redes sociales y foros de bienestar, donde se la presenta como un método rápido para perder peso. Sin embargo, especialistas en nutrición advierten sobre los riesgos que implica esta práctica para la salud, especialmente cuando se hace de manera habitual y sin supervisión. En diálogo con FM 89.3 Santa María de las Misiones, la licenciada en Nutrición Florencia Córdoba explicó por qué no es recomendable realizar actividad física sin haber ingerido alimentos.

Hacer ejercicio en ayunas no es recomendable en la generalidad de los casos, advirtió la profesional. Aunque existe una corriente que promueve esta práctica para favorecer la pérdida de peso, la especialista explicó que el cuerpo necesita combustible para funcionar y que, al no tener alimentos recientes en sangre, puede recurrir a las grasas almacenadas, pero también entra en un estado de riesgo.
Córdoba detalló que al hacer ejercicio sin haber ingerido alimentos, especialmente después de varias horas sin comer, como desde la noche anterior, el nivel de azúcar en sangre puede bajar considerablemente. Esto puede provocar mareos, fatiga e incluso desmayos. En casos más graves, advirtió, podría llegar a causar un fallecimiento. “No es lo recomendable en la generalidad”, sentenció.
La nutricionista destacó que este riesgo se multiplica en personas con patologías como la diabetes, especialmente si están medicadas. “Si la medicación ya le baja el azúcar y encima no comió nada y sale a hacer ejercicio, tiene una doble bajada de azúcar y eso le puede hacer muy mal”, explicó.
Respecto a la creencia de que hacer ejercicio en ayunas ayuda a quemar más grasa, Córdoba reconoció que hay una lógica detrás: el cuerpo recurre a las reservas de grasa al no tener alimentos recientes en sangre. Sin embargo, enfatizó que este mecanismo no justifica los riesgos asociados, especialmente si no se considera el estado de salud individual.
La profesional también hizo referencia a los hábitos de los deportistas de alto rendimiento, que suelen consumir azúcar -ya sea en bebidas energizantes, geles o gomitas- durante entrenamientos o partidos que superan la hora de duración. Esto, explicó, es para mantener el equilibrio de glucosa en sangre y garantizar el rendimiento. “Los deportistas de alta categoría no practican el hábito de salir a entrenar en ayunas”, subrayó.
En cuanto al ayuno intermitente, Córdoba señaló que períodos de 8 o 10 horas de ayuno son comunes y hasta naturales, ya que muchas personas los realizan sin darse cuenta entre la cena y el desayuno. Sin embargo, criticó las versiones más extremas, como comer solo en una ventana de 1 o 2 horas al día. “¿Cómo se hace para en 1 o 2 horas ingerir todo el calcio, hierro, vitaminas, proteínas e hidratos que el cuerpo necesita? Es muy difícil”, afirmó.
Además, advirtió que estas prácticas pueden generar problemas metabólicos y emocionales. “Al rechazar alimentos durante todo el día, la persona puede sentir mal humor, frustración, tristeza. No es lo biológico ni lo habitual”, dijo. Y añadió que cuando el cuerpo no come, entra en modo de reserva: acumula grasa y nutrientes por las dudas de que vuelva a faltar.
Sobre el mejor momento para hacer actividad física, Córdoba indicó que depende de los hábitos de cada persona, pero destacó que hacerlo por la mañana puede ser muy beneficioso: “recarga de energía para todo el día, y si es al aire libre, además se aprovecha para absorber vitamina D, buena para los huesos”. Recomendó evitar los horarios de calor intenso, como el almuerzo o la siesta, y preferir momentos como las 6 o 7 de la tarde.
Finalmente, Córdoba reiteró la importancia de priorizar la salud sobre modas alimentarias o de entrenamiento. “No se trata de buscar atajos, sino de cuidar el cuerpo con hábitos sostenibles y seguros”, concluyó.




