La citricultura es una de las actividades que integran la diversificación productiva de Misiones. Naranjas, mandarinas, limones y pomelos forman parte de las chacras misioneras y de la mesa de muchas familias, generando ingresos a productores y cooperativas, además de aportar al abastecimiento regional. Sin embargo, este sector enfrenta desde hace más de una década una amenaza que compromete seriamente su futuro: el Huanglongbing (HLB), enfermedad de gran poder destructivo que no tiene cura.
De acuerdo a los señalado por la Dra. Alejandra Badaracco, investigadora de INTA Montecarlo, “el HLB es causado por la bacteria Candidatus Liberibacter asiaticus, transmitida principalmente por un insecto vector, el psílido asiático (Diaphorina citri). Se trata de una enfermedad que reduce drásticamente la calidad y la cantidad de fruta y que acorta la vida útil de las plantas. Allí donde se ha instalado sin control, como en Brasil o Estados Unidos, provocó pérdidas millonarias y el abandono de explotaciones enteras”. En la Argentina, el primer registro se produjo en 2012 en Misiones, lo que encendió una alerta inmediata en la región.
Un laboratorio estratégico en Montecarlo
Frente a este escenario, contar con herramientas de detección temprana resulta fundamental. En ese sentido, la provincia dispone desde 2010 del Laboratorio de Biotecnología de la Estación Experimental Agropecuaria Montecarlo del INTA, que integra la Red Nacional de Prevención del HLB. Este espacio científico-técnico cumple una función estratégica: realizar diagnósticos moleculares de muestras vegetales y de insectos sospechosos mediante la técnica de PCR en tiempo real (qPCR), considerada el estándar internacional por su confiabilidad.
La Dra. Badaracco destaca que disponer de un laboratorio de diagnóstico en la provincia “agiliza los tiempos de análisis, reduce costos de traslado de muestras y, sobre todo, permite actuar de manera rápida ante la detección de casos positivos. Cuanto antes se identifican las plantas infectadas, más efectivas son las medidas de erradicación y control”. Cada año se analizan en Montecarlo entre 300 y 400 muestras, tanto de hojas como del insecto vector.
Trabajo en red y articulación institucional
Allí se articulan acciones con otras estaciones experimentales del INTA (Yuto, Bella Vista, Concordia), con organismos públicos como el INASE, el Ministerio del Agro de Misiones, la Estación Obispo Colombres de Tucumán y con asociaciones de productores citrícolas. Esta articulación es vital para sostener una estrategia regional coordinada que permita anticiparse a la enfermedad.
El impacto potencial del HLB en la citricultura misionera es enorme si no se actúa a tiempo. La provincia, junto con Corrientes y Entre Ríos, concentra una parte relevante de la producción citrícola del país. Su avance descontrolado no solo reduciría la productividad y encarecería los costos de manejo, sino que también pondría en riesgo la sustentabilidad de esta producción diversificada que complementa otras actividades frutícolas y agroindustriales de Misiones.
Prevención y desafíos pendientes
En este escenario, desde el INTA se insiste en la importancia de la prevención: uso de material sano, monitoreo constante del cultivo y del insecto vector, control poblacional del psílido y eliminación inmediata de plantas infectadas. En este marco, el empleo de plantas certificadas libres de la enfermedad en nuevas plantaciones constituye la primera barrera para evitar la introducción del patógeno en lotes sanos.
Los desafíos que plantea el HLB en Misiones no se reducen únicamente al aspecto técnico. “Es clave concientizar a productores grandes y pequeños sobre la importancia del monitoreo y del uso de plantas certificadas, además de asegurar recursos y continuidad en las campañas de vigilancia y control”, remarca Badaracco. La detección temprana, la acción rápida y la cooperación entre instituciones y productores son, en definitiva, las claves para sostener la citricultura regional en el tiempo.
Más allá del HLB: un servicio a la agricultura misionera
Más allá del HLB, el laboratorio de INTA Montecarlo también amplió su campo de trabajo al diagnóstico de otros patógenos de relevancia regional. Allí se han identificado virus en cultivos de ananá, mandioca, yerba mate, maracuyá y mamón, entre otros. Esto significa que los productores misioneros cuentan con un centro de referencia para la detección de enfermedades en diversos cultivos, un servicio que refuerza la competitividad y sostenibilidad de la agricultura provincial.
En un contexto global donde las enfermedades emergentes representan una amenaza constante para la producción agropecuaria, la existencia de un laboratorio de biotecnología en Misiones es un recurso clave para la citricultura y para otros sectores productivos. El compromiso del INTA, articulado con organismos de control y con las propias cooperativas de productores, permite contar con las capacidades técnicas para dar respuestas a una problemática de especial relevancia en la diversificación productiva provincial.





