Las emociones llamadas negativas como la tristeza el miedo y el enojo, son una de las más criticadas, juzgadas y negadas en nuestra sociedad.
A quién no le pasó que reaccionemos ante un enojo y te dicen: “No te enojes” o “no tengas miedo”, o “para qué estar triste, no vale la pena”. Estos dichos van condicionando nuestro sentir, ya que “creemos” que no deberíamos enojarnos, no deberíamos estar tristes o sentir miedo.
Pero nuestras emociones tienen que ser escuchadas, ya que vienen a decirnos algo de nuestro interior, las reacciones que solemos juzgar como “malas” manifiestan un malestar interno, frustración, dolor, angustia, vergüenza. Entonces, ¿cómo no ser pacientes y gentiles con nosotros, como no dejar que eso guardado salga y nos libere?
¿Cuantos años hemos guardado emociones que se transformaron en sentimientos que nos hacen vivir amargados, reprimidos o frustrados?
Sabiendo esto podemos decir que cualquier día de nuestra vida es bueno para empezar a escucharnos.
Hoy por ejemplo podés detenerte, inhalar y exhalar, buscando sentir cómo entra el aire a tus pulmones, ¿cómo está tu cuerpo?
Rígido, cansado, a veces de tanto pelear para ser aceptado. Tenéte paciencia hoy, respira lentamente y busca recordar las emociones que juzgas como “malas”, que no te gustan, las que criticas. Hoy solo abrázalas, compréndete para poder ver qué historia hay detrás de ese malestar, de esa reacción, que guardaste, y saber que escuchándote es la forma de comenzar a dejar salir toda esa energía acumulada que hay en tu cuerpo que aparece en forma de tensión.
Porque si no te ocupás vos ¿quién? y si no es ahora ¿cuándo? Es increíble cómo se nos van las tensiones del cuerpo y se equilibra nuestra vida cuando empezamos a ser coherentes con lo que sentimos. Esto no sucede de un día para otro, son pequeños cambios que vamos haciendo. Es un proceso en el cual buscamos sentirnos más ligeros en este paseo que vamos haciendo.
Prof. Paula Vogel
Gimnasia para el Alma.
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