En redes sociales, una simple pregunta encendió el debate: ¿de quién es la responsabilidad sobre el arbolado en las veredas? La consulta, lanzada en un grupo vecinal en Facebook, acumuló decenas de respuestas en pocas horas, donde incluso se habló de la responsabilidad económica del frentista si un árbol en su vereda por alguna razón (tormentas o deterioro por enfermedad) cae y provoca daños.
Algunos aseguraron, dentro del posteo, que el municipio debía hacerse cargo “por tratarse de bienes ambientales en espacio público”; otros, con igual convicción, sostenían que “la normativa local es clara: el cuidado (por ende la responsabilidad) corresponde al frentista”. A lo que algunos llegaron a sugerir directamente “no plantar” para evitarse dolores de cabeza futuros y hasta se animaron a contar como fueron “enfermando” a sus propios ejemplares para no verse como “responsables” al momento de pedir una “tala de seguridad”.
La discusión puso en evidencia que no solo sigue siendo necesario un debate social de fondo sobre el valor de los bienes ambientales, sino también que existe un enmarañado entramado de disposiciones, que fueron variando de una gestión a otra, que genera colisiones, confusiones y mucha polémica.
Para desentrañar el debate PRIMERA EDICIÓN habló con distintos expertos sobre la normativa vigente e inclusive grupos influyentes dentro del activismo ambiental, además de autoridades municipales, quienes intentaron echar un poco de claridad a la cosa, que no se cierra ahí, sino que exige seguir pensando en una ciudadanía responsable con sus bienes ambientales y en normas que lo incentiven.
Para el director General de Servicios Públicos de la Municipalidad, Sebastián Betancur, el responsable del árbol en la vereda es el vecino; pero si éste inició un expediente de poda por alguna emergencia, ésta no se realizó a tiempo y encima ocurre algún accidente, “la responsabilidad es de la Comuna, por negligencia”, aclaró a PRIMERA EDICIÓN.
A su vez, Betancur indicó que el vecino debe cuidar el árbol que está en el frente de su propiedad e incluso plantar y hacerse responsable por los que están en las esquinas y laterales. “La ordenanza establece que se debe plantar un árbol cada ocho metros lineales de vereda”, especificó.
Consultado en cuanto a la ubicación, el ingeniero explicó que generalmente no queda otra que plantar debajo del tendido eléctrico porque los “espacios verdes son escasos”.
“Actualmente estamos tratando de implementar ‘cazuelas’ -habitáculos de hormigón para las raíces- para evitar daños en las veredas y permitir un crecimiento ordenado”, contó. Y reiteró: “El vecino está obligado a plantar por ordenanza; hay muchos que no lo hacen. O talaron un árbol y no lo repusieron o no plantaron. Nosotros estamos intimando a quienes no respetan esto. La obligatoriedad está y no hacerlo es un incumplimiento”.
Según él, la especie de árbol a plantar varía según el ancho de la vereda y las condiciones del entorno, tomando en cuenta cañerías o instalaciones subterráneas. Actualmente, la Municipalidad promueve especies nativas y nobles como Tecoma Stans (trompeta amarilla) y crespones, que son árboles pequeños, resistentes y contribuyen a disminuir la temperatura del asfalto.
“Los beneficios de los árboles son el oxígeno, la sombra, el aporte ambiental, que me parecen más que suficientes. Que yo sepa en Posadas no hay ninguna bonanza (incentivos para el frentista responsable) dentro del plan forestal y tampoco se ha propuesto nada. Creo que si hay un debate, debería darse en el Concejo”, finalizó.

“Hay falta de control y de planificación”
El ambientalista Rulo Bregagnolo, referente del grupo ambientalista “Cuña Pirú” y de la Mesa No a las Represas, aportó una mirada crítica sobre la gestión municipal y social del arbolado urbano, que según él, se repite en casi todos los municipios misioneros.
“Si hay una normativa para generar orden y armonía, debe cumplirse sin excepciones ni privilegios. Pero la realidad es que muchos municipios no tienen la decisión política ni los recursos para hacer cumplir a rajatabla la ordenanza de arbolado urbano”, enfatizó Bregagnolo.
El hombre lamentó que el arbolado no sea valorado como un beneficio socioambiental por amplios sectores de la sociedad ni por la dirigencia política, lo que se “traduce en incumplimiento de tiempos de poda y falta de tratamientos posteriores para cuidar los árboles”, denunció.
“En la región subtropical, donde los árboles crecen rápido, la falta de cuidados postpoda generan ejemplares malformados o muertos. Hay árboles que se podan solo una vez al año, pero aquí hay especies que requieren mantenimiento cada tres o cuatro meses. Como no se hace, vuelta y media generan problemas con su follaje enredado en el tendido”, indicó.
Más inspecciones
Asimismo, tras un relevamiento fotográfico contundente del arbolado urbano mutilado, el ambientalista reclamó: “Es fundamental que exista una guardia permanente para el arbolado urbano. El municipio debe recorrer las calles, inspeccionar y corregir daños a tiempo, para evitar que los vecinos, frustrados, recurran a podas caseras que dañan el árbol y generan un montón de problemas”.






