A pesar de que la Ley de Talles se aprobó en Argentina en 2019, su aplicación efectiva sigue pendiente en casi todo el país. El primer obstáculo es que la tabla de talles elaborada a partir de estudios realizados por el INTI, que permitiría definir una escala más fiel a las medidas reales de la población argentina, aún no fue definida.
La capital misionera no es la excepción. El cambio no llegó a las vidrieras ni los estantes, pero algunos locales de indumentaria orientan su propuesta a ofrecer prendas con medidas adaptadas a la diversidad corporal.
Según los comerciantes, esta oferta responde a una necesidad real de “encontrar ropa que quede y guste”, lo que se traduce en una clientela más fiel. Las disparidades persisten, sin embargo, en otros aspectos como la edad y el sexo, ya que las propuestas se centran en indumentaria femenina en edad adulta.
Medir y vestir

En los comercios posadeños se observa que las tablas de talles de las empresas textiles continúan trabajando con denominaciones basadas en el sistema numérico (por ejemplo, remeras en talles del 1 al 5; pantalones, del 36 a 44) y alfabético (S, M, L,).
Además, las letras o números no aparecen acompañados por valores en centímetros, uno de los puntos más importantes de la normativa nacional.
Se registran al menos tres locales comerciales dedicados a ofrecer indumentaria bajo la denominación “talles reales”. En todos los casos se trata de indumentaria femenina, con productos para mujeres en edad adulta que extienden notablemente el abanico de talles: se encuentran remeras de numeración 7 a 10 y pantalones hasta el 60, pero persiste la ausencia de medidas en centímetros.
Impacto emocional

La dificultad para acceder a talles que se ajusten al cuerpo real repercute en la salud emocional y la autoestima. Las consecuencias pueden ir desde el cuestionamiento del cuerpo o cambios en las conductas alimentarias, hasta sentimientos de tristeza y autorrechazo.
Belén R. compartió su testimonio como compradora y “buscadora” de talles. Contó que el período más dificultoso fue la adolescencia y sobre todo la juventud, ya que “muchas veces encontraba ropa que era de mi talle, pero sinceramente no era la más linda”.
“Salir a una fiesta o a un evento se me complicaba bastante. Encontrar una blusa linda, por ejemplo, siempre me costó. En el último tiempo cambió”, agregó.





