Aseguran que los pequeños negocios en Argentina, los kioscos, enfrentan una crisis sin precedentes que se refleja en el cierre de miles locales en el último año. Este fenómeno, que golpea duramente a los comerciantes y a las familias que dependen de este trabajo.
En comunicación con FM 89.3 Santa María de las Misiones el vicepresidente de la Unión de Kiosqueros de la República Argentina (UKRA), Ernesto Acuña, alertó que “este sector está pasando por un momento un poquito crítico” y sostuvo que hasta el momento “han cerrado 16.000 kioscos en un año y eso nos pone triste”.
El dirigente atribuye esta crisis a varios factores: la caída general del consumo, la competencia de cadenas instaladas en barrios y otros comercios que empiezan a vender productos similares a los kioscos. “La mercadería nuestra se va vendiendo por otros canales, vas a comprar una farmacia, un supermercado chino, un verdulero que vende bebidas…”, detalló.
Sobre la desregulación del mercado, Acuña señaló que “algunos creen que hay que dejar libre el comercio y que el Estado no tiene que intervenir, pero si hacemos un cierre masivo de comercios, ¿dónde va esa masa laboral?”. Sumado a esto, indicó que “las Pymes están empezando a entrar en crisis porque no venden”.
Frente a esta realidad, insistió en la urgencia de fomentar el trabajo genuino y la producción local como camino para superar la crisis económica. “La Argentina sale adelante con trabajo, con producción, con laburo, con soberanía política”, afirmó. Para el comerciante, “defender el trabajo, la producción genuina, es la manera de sacar un país adelante”.
Acuña también habló sobre el impacto del dólar y la inflación en los precios de los productos que se venden en los kioscos: “Siempre cuando viene el tema electoral, hay ruido en el dólar y eso se traslada a los precios”. Ejemplificó algunos puntos, como que “hace 26 años un huevito costaba un peso, un dólar; ahora está cerca de 3.000 pesos” y a esto le sumó cuestiones actuales, como que “un caramelo vale 100 pesos, un chupetín entre 150 y 250, y un paquete de alfajores triples está en 1.500 pesos”.

El cierre masivo de kioscos no sólo afecta a los comerciantes, sino también a las familias que dependen de esos ingresos. “Un colega que cierra es una familia que se queda sin sustento, mucha gente mayor que nunca pensó tener que cerrar su kiosco”, expresó Acuña.
Recordando la crisis de 2001, el dirigente comparó aquella época con la actual: “Había una sensación de recesión y tristeza que venía de años, pero ahora hay una sociedad dividida: unos creen en el gobierno y otros están desesperanzados por la apertura de importaciones y el ajuste”, afirmó. Sin embargo, reiteró que “para mí la solución es con laburo, con trabajo, con producción y fábricas abriendo”.
A pesar de todo, Acuña mostró cierto optimismo modulado en torno a avances locales: “En algunas ciudades se han regulado horarios para que los kioscos puedan trabajar un poquito más, y en algunos lugares no permiten que haya kioscos en la línea de casas de supermercados”, concluyó.
Mientras la Unión de Kiosqueros continúa insistiendo para que se tomen medidas que permitan que el kiosco, una postal típica argentina, no desaparezca y se avancen con proyectos que puedan paliar la situación del sector.








