Un helecho arborescente, de apariencia delicada, muy parecida a una pequeña palmerita, pero de enorme valor ecológico, está en el centro de un proyecto científico misionero que conjuga tecnología, conservación y restauración ambiental.
Se trata del chachí”, un helecho autóctono de gran valor en el ecosistema que se encuentra en peligro de extinción y está protegido por ley ya que su gran belleza ornamental lo llevó a que fuera diezmado en la selva misionera.
Desde 2020, gracias al equipo de Biotecnología Vegetal (FCEQyN-CIP-UNaM) comenzó una nueva etapa y recientemente se concretó su regreso a espacios verdes de Posadas; se espera -a mediano plazo- repoblar la Reserva Guaraní de Usos Múltiples donde solo quedan unos pocos ejemplares a salvo.
Recientemente una primera tanda ya fue implantada en la Plaza 9 de Julio por el Día de la Biodiversidad y ahora, entre este mes y septiembre, alrededor de 25 individuos pasarán a formar parte de inventario ornamental que conserva el Jardín Botánico Alberto Roth en el sur capitalino.
“El proyecto ‘Biotecnología Vegetal del Laboratorio al Vivero’ trabaja con especies ornamentales nativas de nuestra flora misionera, que actualmente están en estatus de amenaza”, explicó a PRIMERA EDICIÓN la investigadora Agostina Le Vraux, quien forma parte del equipo interdisciplinario del Centro de Investigación Botánico que impulsa esta iniciativa junto a becarios y técnicos. A lo largo de la charla Le Vraux explicó también las razones que pusieron en peligro a esta especie y parte del trabajo hacia su recuperación.
“En los lugares donde crecen naturalmente estas especies están muy reducidas porque se las extrae mediante técnicas de tala selectiva porque las usan como sustrato para las orquídeas. Entonces, primero a causa de la extracción selectiva en montes nativos y también por causa de los incendios forestales estamos asistiendo a una drástica reducción de estas poblaciones”, puntualizó.
Esto motivó al equipo que dirige a sumarse a proyectos del programa USUBI (Uso Sustentable de la Biodiversidad), lo que permitió recolectar en 2021 material de propagación en la Reserva de Usos Múltiples Guaraní, en conjunto con la Facultad de Ciencias Forestales. De acuerdo a lo que comentó la científica misionera, ese material, compuesto por esporas -ya que los helechos no tienen semillas-, fue cuidadosamente conservado con técnicas de germoplasma.
A partir de entonces, la tarea es intensa y meticulosa, ya que “mediante una técnica de cultivo in vitro, germinamos las esporas y hacemos transferencias en el laboratorio a distintos sustratos hasta obtener la planta de helecho”, detalló la especialista.

Por etapas
Al hablar sobre el “cultivo controlado”, la científica contó que la primera etapa de desarrollo se da en una sala para ese fin, hasta que los ejemplares alcanzan aproximadamente diez centímetros, se trasladan al vivero para su crecimiento en condiciones más cercanas a las naturales.
Por lo que dijo a este Diario esta transición es lenta: “Desde que se germina hasta que se forma el primer estadio de planta, tarda un año y medio más o menos en el laboratorio”, especificó. De hecho, los resultados concretos de este proceso recién comenzaron a verse este año, cuando fueron trasplantados junto a diversas bromelias nativas en la plaza principal capitalina y las que repoblarán el Botánico.
“La elección del momento responde a cuestiones climáticas y razones técnicas, hay algunas cuestiones de la implantación que requieren adquirir materiales, especialmente en el caso de las especies epífitas que deben colocarse sobre los árboles”, acotó la mujer sobre los últimos detalles que se están ajustando en estos días.
En paralelo, uno de los aspectos más destacados de la iniciativa es su potencial para generar material fuera del ámbito científico.
“La idea a futuro es transferir este conocimiento a viveristas, para que también puedan producir estos helechos sin necesidad de extraer material de reservas o montes nativos”, finalizó.





