Colaboración: Francisco Pascual y Martín Ghisio
Por más que sean parte del ecosistema nativo de Misiones, algunas especies de hormigas cortadoras se han convertido en una de las principales amenazas para cultivos de la región. Así lo advierte el Dr. Abel Scherf, especialista en sanidad vegetal del INTA Montecarlo, quien se dedica al estudio de estos insectos y al desarrollo de estrategias para su monitoreo y control.
“Las hormigas son una familia amplísima a nivel mundial, pero solo unas pocas especies, propias del continente americano, son cortadoras de hojas. En zonas tropicales y subtropicales como Misiones se encuentran en gran número, y su particularidad es que no consumen directamente las hojas, sino que las utilizan para cultivar un hongo que constituye su verdadero alimento”, explica Scherf.
Aunque son especies nativas de la región, la modificación del uso del suelo -como la eliminación de coberturas vegetales y la expansión de áreas productivas- favoreció la proliferación de estas hormigas. Hoy afectan no solo a plantaciones forestales, cítricos y yerbales, sino también a cultivos hortícolas, parques y jardines.
“El control de hormigas es clave en casi todos los sistemas productivos de la provincia”, subraya Scherf. Desde INTA, el trabajo se centra en promover métodos de manejo integrado, combinando monitoreo, control químico y estrategias biológicas adaptadas al comportamiento social de estos insectos.

Conociendo a las hormigas
Dentro del grupo de hormigas cortadoras se destacan dos tipos con impacto muy distinto:
- Hormiga minera (Atta spp.): es la más problemática. Forma nidos de gran tamaño, con hasta 100 m² de tierra removida y profundidades de hasta seis metros. Además, su capacidad de forrajear a grandes distancias multiplica su potencial de daño.
- Hormiga cortadora común (Acromyrmex spp.): genera nidos más pequeños y menos profundos, lo que facilita su control. Por eso, suele ser una preocupación menor para los productores.
Estrategias de control
Como insectos sociales, las hormigas tienen estructuras muy organizadas y sistemas de defensa efectivos. Por eso, cualquier estrategia de manejo debe considerar su comportamiento.
Uno de los métodos más utilizados es el cebo granulado, que actúa de forma indirecta: las hormigas lo transportan al interior del nido, donde es consumido por las obreras y propagado entre todos los miembros de la colonia, incluida la reina.
“La clave del control está en eliminar a la reina, ya que es la única esencial para la supervivencia del hormiguero”, afirma Scherf.
El cebo se aplica cerca de las bocas y carriles hormiguero cuando hay actividad externa, en dosis de 10 gramos por metro cuadrado. Otras técnicas, como el uso de polvos insecticidas, son menos efectivas ya que no siempre alcanzan todas las cámaras del nido.
Investigación en curso
Además del manejo químico, el equipo de Sanidad Vegetal del INTA Montecarlo investiga métodos de control biológico, centrados en hongos entomopatógenos presentes en el ambiente local.
“Extraemos los hongos, los cultivamos en laboratorio y los aplicamos en los nidos para evaluar su eficacia. Nuestros últimos resultados son promisorios, especialmente con formulaciones en polvo, que parecen actuar mejor que las granuladas”, destaca el investigador.
No obstante, Scherf aclara que los ensayos aún están en etapa experimental, principalmente en nidos pequeños y medianos. La meta es verificar y validar si estos resultados se replican en hormigueros de gran tamaño, más comunes en plantaciones forestales.
Mientras tanto, recomienda a los productores mantener una estrategia de monitoreo constante y control químico planificado, ajustado a cada situación productiva. Eliminar los nidos más grandes, y a partir de ahí, enfocarse en el control temprano, cuando los nidos aún son pequeños.





