En Misiones, algunas especies se apagan en silencio: orquídeas, peces, insectos que no encuentran su hábitat. Muchas de nuestras especies se encuentran en alguna categoría, según la Unión Internación para la Conservación de la Naturaleza de vulnerabilidad, peligro o extintas. Al hablar de otras especies tenemos una situación particular, nosotros somos también nosotros.
Como humanidad, también estamos en riesgo. Por amenaza externa si y también, y primero por desconexión interna: cuando dejamos de expresarnos con autenticidad, cuando habitamos el miedo a ser quienes somos, cuando olvidamos cómo vincularnos con suavidad y presencia.
Desde la neuropsicología sabemos que el trauma, el estrés crónico o la vergüenza inhiben el sistema nervioso y nos desconectan de nuestro cuerpo, de la creatividad y del otro. El “no puedo ser yo” se graba como silencio en la corteza prefrontal, como alerta permanente en la amígdala. Desde ahí, no hay vínculo sano posible.
Y desde la ecosanación, comprendemos que sanar es re-habitar la red: volver a sentirnos parte, volver a confiar en el intercambio, a sembrar dentro y fuera. Todo lo que está en desequilibrio en la selva tiene su eco en nuestro sistema nervioso. Y todo lo que florece en ella, puede florecer también en nosotros.
Algunas claves para la regeneración conjunta:
• Reaprender a expresarnos sin culpa: como el canto de las aves o el perfume de una flor. Nuestra verdad y esencia también puede ser emitida con libertad. Imagina a un hornero cantando tímidamente, por lo bajo, susurrando… el éxito en las especies está dado por la expresión auténtica de nuestro yo más profundo ajeno de miedos, sobresaltos y egos.
• Cuidar vínculos como quien cuida semillas: necesitan agua, sol, sombra, escucha, tiempo. Necesitamos saber que el proceso de desarrollo y crecimiento es eso, un tiempo durante el cual las cosas van a ir cambiando.
• Honrar lo endémico en cada persona: eso único e irrepetible que habita en ti y no está en ningún otro lugar del mundo. Eso que hace que nos autovaloremos y que nos queramos.
• Aceptar que el miedo a mostrarnos es natural, pero no tiene por qué dominar nuestras decisiones.
• Incorporar el hecho de que regenerar la tierra y regenerarnos no son cosas separadas: son partes de una misma danza.
Cuando nos silenciamos, se apagan cantos del bosque que aún no hemos aprendido a escuchar. Cuando nos expresamos con amor, tal vez otra especie/aptitud encuentre también su lugar.
Anahí Fleck
Magister en Neuropsicología. 0376-154-385152








