La cotización del dólar volvió a encender las alarmas este lunes. El dólar blue trepó a $1.330, con una suba de $30 respecto al viernes y se consolidó como la variante más cara del mercado, mientras que el dólar oficial minorista avanzó a $1.305 en el Banco Nación, marcando un nuevo máximo histórico nominal. En paralelo, los dólares financieros también mostraron alzas: el contado con liquidación (CCL) se ubicó en $1.297 (+0,8%) y el dólar MEP en $1.294 (+0,5%).
La disparada se produce en un contexto de fuerte emisión monetaria, caída de tasas en pesos y reconfiguración de la estrategia del Banco Central tras la eliminación de las LEFI (Letras de Fijación), que eran utilizadas como ancla para esterilizar pesos del sistema financiero. El 10 de julio, el BCRA absorbió el stock total de estas letras —equivalente a $15,5 billones— y, según estimaciones privadas, la base monetaria saltó de $33 a $43 billones en apenas una jornada.
La consecuencia fue inmediata: un exceso de pesos en el mercado, una caída abrupta de las tasas y una renovada presión sobre el tipo de cambio.

Tasas por el piso, dólar en alza
Las tasas de interés en pesos sufrieron una fuerte baja. La caución a un día pasó del 33,5% al 17% en apenas tres semanas. En ese contexto, los bancos y fondos comenzaron a buscar cobertura en activos dolarizados, acelerando la demanda de divisas. Al mismo tiempo, el Tesoro intentó absorber parte de esa liquidez a través de licitaciones extraordinarias, aunque con resultados limitados.
Según la consultora 1816, el impacto monetario de la operación con las LEFI fue tan significativIo que provocó una expansión equivalente al 30% de la base monetaria en un solo día. Sin un instrumento de reemplazo inmediato, el sistema quedó sobrecargado de pesos en busca de destino.
Más dólares, pero también más incertidumbre
Paradójicamente, la presión cambiaria llegó en un momento de fuerte ingreso de divisas. En solo nueve días, el complejo agroexportador liquidó USD 2.500 millones, una cifra récord para el período. Sin embargo, la eliminación práctica del cepo para grandes empresas permitió que esa oferta de dólares encontrara contrapartida sin restricciones, neutralizando su efecto estabilizador.
La intervención del BCRA incluyó la reintroducción de pases pasivos al 35% y la colocación de bonos para absorber liquidez, pero nada fue gratuito. En la licitación del 16 de julio, el Tesoro convalidó tasas del 47% al 48% en LECAPs cortas, por encima de las expectativas del mercado.
El resultado fue una señal ambigua: primero se toleró una baja de tasas que favoreció la suba del dólar y luego se reaccionó con políticas contractivas. Para analistas como los de Invecq y 1816, esa falta de coordinación pone en duda la consistencia del programa financiero.
Riesgos de traslado a precios
Por ahora, el salto del dólar no se tradujo de forma inmediata en una nueva aceleración del Índice de Precios al Consumidor (IPC), aunque los especialistas advierten que la situación es frágil. Si la suba del tipo de cambio comienza a trasladarse a precios, se podría generar una nueva ronda de inflación, con impacto directo en los salarios y el consumo.
En ese caso, el Gobierno tendría que volver a subir tasas o aplicar nuevos mecanismos de absorción monetaria, lo que podría complicar aún más el delicado equilibrio entre crecimiento y estabilidad.






