En un rincón de la provincia donde la innovación se convierte en herramienta para el desarrollo, el Centro de Producción y Validación de Tecnologías Hortícolas de Misiones avanza en la implementación de un sistema hidropónico destinado al cultivo de frutillas de alta calidad.
Este proyecto, que transita su segundo año de ejecución, ya muestra resultados prometedores en términos de rendimiento, sanidad vegetal y sustentabilidad, y se consolida como una alternativa replicable para pequeños y medianos productores de la región.
La elección de la frutilla no fue fortuita. Se trata de un cultivo con alto valor comercial, cuya demanda crece de forma sostenida en el noreste argentino, tanto en mercados frescos como en la industria gastronómica y de pastelería. Su buen comportamiento bajo estructuras protegidas y la posibilidad de realizar cosechas escalonadas refuerzan su atractivo.
Además, producir en cercanía a los centros de consumo permite acortar los tiempos de traslado y ofrecer un fruto más fresco, lo que redunda en mejor sabor, mayor durabilidad y una experiencia de consumo superior. El sistema implementado en el centro hortícola se apoya en estructuras elevadas con mesadas, donde las plantas se desarrollan en bolsas con sustrato inerte.
Esta mezcla, compuesta por fibra de coco, perlita y turba, facilita el control del ambiente radicular y aporta uniformidad al desarrollo de las plantas.
A diferencia del cultivo en suelo, esta modalidad reduce la exposición a enfermedades, mejora la ergonomía del trabajo y permite instalar unidades productivas en espacios con limitaciones edáficas, como suelos marginales o de escasa profundidad.
Uno de los pilares del modelo es la tecnología. El riego se realiza por goteo, de manera automatizada y con monitoreo constante de parámetros como el pH y la conductividad eléctrica. A través de la fertirrigación, los nutrientes llegan a la raíz de forma controlada y eficiente, lo que optimiza el uso del agua y los fertilizantes.
En paralelo, el manejo sanitario incorpora bioinsumos como el Trichoderma asperellum, un hongo benéfico producido por la Biofábrica Misiones, que actúa como antagonista de patógenos fúngicos, reduciendo significativamente el uso de productos químicos.
Los beneficios del sistema se expresan en múltiples dimensiones. El consumo hídrico es considerablemente menor que en un cultivo tradicional, y la necesidad de fitosanitarios se reduce a la mínima expresión.
Las condiciones de cultivo bajo cubierta permiten extender la cosecha, mantener la higiene del fruto y alcanzar mayores densidades por superficie, lo que se traduce en una producción más intensiva y rentable. Con un ciclo de apenas diez semanas desde la plantación hasta la primera cosecha, y una vida productiva que puede extenderse varios meses bajo un buen manejo, cada planta puede rendir entre 1,2 y 1,5 kilos por temporada. En el caso del centro hortícola, donde actualmente se cultivan 7.000 plantas activas, se proyecta una producción total de entre 8.000 y 10.000 kilos por campaña.
Pero el objetivo no se agota en el rendimiento. Desde el inicio, la propuesta se planteó como una experiencia demostrativa y de transferencia. A través de capacitaciones, jornadas de campo y articulaciones institucionales, se busca que el conocimiento generado en el centro pueda ser adoptado y adaptado por los productores misioneros.
Actualmente, más de 50 emprendimientos dedicados al cultivo de frutilla están activos en la provincia, con distintos grados de tecnificación y escalas de producción. De ese total, al menos 10 ya desarrollan sistemas hidropónicos similares, con resultados alentadores. Estos productores, en su mayoría localizados en zonas cercanas a Posadas y otras ciudades importantes, abastecen de manera creciente a emprendimientos gastronómicos y pastelerías que valoran la calidad, frescura y continuidad de la oferta.
Las producciones escalonadas permiten una provisión constante durante la temporada alta, y abren la posibilidad de generar acuerdos comerciales estables con actores del sector privado.










