“Ser totalmente honesto con uno mismo es un buen ejercicio”, Freud. Cuando vamos aprendiendo a escucharnos y conocernos aparece esta parte que tenemos que ejercitar que es justamente ser honestos con nosotros mismos.
Pienso que, aunque haya temas con los que no somos sinceros con los demás, sí tenemos que hablarlo con nuestra almohada.
A veces vamos tolerando vivir vidas que no nos gustan, que no son para nosotros y cuando comenzamos a ser sinceros, el malestar de lo que no queremos más, se siente en el cuerpo.
Y aunque sostenemos lo que conocemos por miedo al cambio, llega un momento que tenemos que tomar decisiones y eso nos genera caos, nos asustamos porque queremos quedarnos en lo conocido.
Sincerarnos sobre nuestros actos y sobre la forma que queremos vivir y con quién, nos va a dar el valor y las herramientas para tomar decisiones, justamente para cambiar aquello que no nos guste más.
A veces escucho a la gente que comenta que no le gusta su trabajo y cuando le digo podés probar otra cosa, te dicen: “¡No!, ya pasó mucho tiempo, aguanto algún tiempito y después me jubilo,” como si tendríamos la seguridad que vamos a llegar a la ¡jubilación!
Podemos practicar observar en qué aspectos de nuestra vida hay algo que no nos guste, qué nos está gustando, y preguntarnos, ¿quiero esto para mí? Si aparece un no, me pregunto: ¿puedo cambiarlo?
Ejercitar nuestra mirada hacia nosotros mismos y ser honestos con lo que sentimos nos va a liberar kilos de peso extra, que muchas veces llevamos encima por el deber ser y no por lo que queremos ser.
Hoy podés comenzar a sincerarte utilizando el recurso de la escritura.
Poné como título: “Hoy me sincero”, y comenzá a escribir una lista sobre cómo te gustaría que sea tu vida, todos los detalles, lo que se te ocurra cambiar. Después la guardás en la billetera o un lugar personal, y al otro día, en algún momento de tranquilidad la vas a leer.
Observa cómo te sentís. Yo lo hice y para mí fue transformador, darme cuenta que lo que vivía no era lo que ¡deseaba! Nadie me dictó, nadie me dio ideas, las palabras salieron de adentro mío, eran mis deseos, mis creencias, mis valores, mis rigideces, era todo lo que no me animaba a decirme a mí misma. Hoy no vas a juzgarte, solo darte las gracias y abrazarte por ser valiente. Bendiciones .
Prof. Paula Vogel
Gimnasia para el Alma.
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