Cuando se dio a conocer el informe con los últimos resultados de la prueba Aprender, que se realizó en escuelas de todas las provincias de nuestro país en octubre del año pasado, pasaron casi desapercibidos algunos datos sorprendentes referidos al uso de las tecnologías en adolescentes.
Por ejemplo, que el 97% de los estudiantes evaluados declaró poseer un celular propio, mientras que el 80% aseguró que destina tiempo a jugar en línea. Como contracara, solamente el 11% afirmó contar con supervisión de adultos responsables sobre el uso que hacían de las redes sociales.
Con ese escenario tienen que dialogar actualmente la escuela y la familia: las redes sociales modelan la identidad de los más jóvenes, sus formas de decir, de pensar, de relacionarse y de dialogar con el mundo.
Tecnologías y nuevos hábitos
La psicóloga Cecilia Castillo, especialista en niños y adolescentes, explicó en diálogo con FM 89.3 Santa María de las Misiones que el uso de las nuevas tecnologías y redes sociales permite “encontrar nuevos amigos, generar nuevas comunidades, poder relacionarnos con otras personas” en un “espacio para la creatividad, la autoexpresión”.
En el caso de niños y adolescentes hay que tener en cuenta que el entorno digital impacta en los aprendizajes, en sus hábitos de estudio, de juego: en definitiva, en el proceso de socialización. Esta nueva época, con dispositivos tecnológicos e Internet al alcance de la mano desde edades muy tempranas, implica “ser socializado con códigos diferentes” e incorporar nuevos modos de comunicarse, de percibir y apreciar el mundo.
De ese panorama dan cuenta los últimos datos relevados en la prueba Aprender 2024 realizada en nuestro país: el 99% de los estudiantes afirmó acceder al menos a un dispositivo o servicio tecnológico y más del 80% declaró utilizar redes sociales de alto nivel de uso, como Instagram, Whatsapp y TikTok.

Seguridad y privacidad
La especialista Castillo marcó que es necesario analizar esta cuestión con cautela. El horizonte ampliado de socialización, de construcción de (un nuevo tipo de) vínculos que ofrecen las redes sociales puede representar al mismo tiempo un espacio de riesgo debido a la exposición de información personal.
Del relevamiento realizado por Aprender se extrae que 7 de cada 10 adolescentes realiza acciones para proteger sus datos o su seguridad en Internet, pero casi un tercio declaró conversar o compartir información personal con desconocidos en línea.
Estas cifras vienen acompañadas de otro factor: la ausencia de control parental sobre la participación de los adolescentes en estos espacios. Solamente el 11% afirmó tener algún tipo de supervisión de adultos y apenas el 7% contar con alguna aplicación de control parental en sus dispositivos.

Acompañamiento: una respuesta clave
Como alternativa a este escenario de exposición sin control, en el que los adolescentes y jóvenes pueden ser un blanco vulnerable, la psicóloga Castillo propuso el acompañamiento y el interés genuino por conocer qué hacen los más jóvenes en las redes: “La solución no es prohibir, es acompañar, buscar un diálogo complementario y no tan autoritario”.
Algunos puntos clave, como negociar el tiempo de uso y revisar los ajustes de privacidad son recomendables, siempre teniendo en cuenta que el control parental depende de la edad y del vínculo de confianza que podamos construir con los más jóvenes.
Y precisó que muchas veces el uso que termina en adicción a las redes sociales “tiene que ver con un sentimiento de soledad”, de ansiedad vinculada a dificultades en una socialización que para los jóvenes no es la más cómoda: la que se produce en vivo, cara a cara.
“Ante determinada situación social, que genera en ciertos casos algún tipo de sentimiento de incomodidad, recurren a usar el teléfono. Apagan un poco la ansiedad, aislándose de lo que genera esa incomodidad. No digo que es lo adecuado, pero hay que tratar de entender el mecanismo para saber por qué lo hacen”, destacó.
“El mensaje a los padres es siempre estar atentos, no prohibir pero acompañar. Mostrar interés en lo que hacen los chicos, porque así podemos ganar más, mejorar el vínculo, conocer y educar desde otro lugar”, cerró la especialista.








