Toda movilización popular merece tener lecturas, especialmente desde el Gobierno encargado de dictar las políticas que resultan el blanco de protestas, manifestaciones, rechazos.En el caso del paro de ayer, nadie puede negar la contundencia que tuvo en los distintos sectores. Por supuesto que Cambiemos dirigió sus respuestas a un sector cada vez más rechazado por la población (especialmente de los mismos trabajadores) como es el sindicalismo argentino, con personajes que llevan décadas al frente de las federaciones que les posibilitan seguir dirigiendo la CGT y las CTA.
Ahora, pensar que por ello la mayoría de los trabajadores no adhiere a un pedido de cambio en la economía que sacude los bolsillos con demasiada frecuencia y contundencia, sería la peor lectura que los funcionarios de la gestión de turno podrían hacer.
Hasta ayer, las reacciones de los funcionarios de Mauricio Macri parecieron no haber entendido que las agendas sociales y económicas no se tapan con la deportiva del Mundial y que, con sólo ir al supermercado o almacén del barrio, es suficiente para sentir que los recursos alcanzan cada vez menos.
Aunque el ministro del Interior, Rogelio Frigerio pareció dar una señal: admitió que cerrar una paritaria del 25% como hicieron los Camioneros o los Gastronómicos estaba bien, fundado en que rigen paritarias libres, algo que el Gobierno nacional no admitió cuando la mayoría debió cerrar en el 15%, en cómodas cuotas.
El fantasma del ajuste por el acuerdo millonario con el Fondo Monetario Internacional, va tomando mayor cuerpo con la consecuente llegada a los hogares de diferentes maneras.
Leer a tiempo y de la manera correcta las expresiones como puede ser un paro general como el de ayer, puede ayudar a la Argentina a no caer más profundo de lo que llegó a hacerlo en los últimos años, en diferentes mandatos.
Discussion about this post