Un contador fue abordado por una pareja en la planta baja del edificio. Lo encañonaron, ataron y huyeron. Días atrás asaltaron a otro vecino de la misma forma.La tercera es la vencida dice el refrán, pero esta vez los ladrones solo tuvieron que golpear dos veces para alzarse con una importante cantidad de dinero y una notebook. Los dos hechos ocurrieron con una semana de distancia. La primera vez se equivocaron de persona. A la segunda dieron de lleno.
En diálogo con PRIMERA EDICIÓN la víctima, un contador de larga trayectoria en el medio local, relató que ayer a primera hora de la mañana fue interceptado por una pareja cuando ingresaba al edificio de la calle Beethoven casi avenida Alem, donde tiene su oficina.
El profesional sospechó lo peor cuando vio que una mujer de unos 30 años se apresuró a entrar junto con él. Forcejeó con ella para cerrar la puerta, pero detrás venía un hombre de unos 60 años que lo apuntó con un revólver. Caminaron hacia la escalera y allí, amenazándolo, lo despojaron de una suma cercana al millón de pesos.
El hombre tenía acento porteño, la mujer parecía ser de la zona y ambos aparentaban estar alcoholizados, o bajo los efectos de drogas. Le colocaron precintos en pies y manos y salieron caminando del lugar. La víctima llegó a liberarse, salió hacia afuera, pero ya se habían perdido de vista. Llamó a la Policía y personal de la seccional Decimosexta tomó intervención en el caso.
Los malhechores actuaron a cara descubierta. A estas horas son buscados intensamente, principalmente porque en principio serían los mismos que días atrás cometieron la misma modalidad de asalto en el mismo edificio. Tenían el dato. Fallaron solamente en el primer intento.
Similar modus operandi
Fue también minutos después de las 8 de la mañana, pero el lunes de la semana pasada. Este Diario también pudo dialogar con la que en este caso fue la primera víctima.
Es otro vecino, un arquitecto que llegó al edificio y estacionó su auto. Frente al lugar divisó un automóvil con dos hombres. No les dio importancia e ingresó por la puerta principal para subir hasta el departamento. Probablemente el mecanismo de cierre automático no llegó a trabar el acceso desde afuera. Esa situación fue aprovechada por los malvivientes.
Minutos después el hombre escuchó que golpeaban a su puerta. Abrió y se encontró con un revólver apuntándole a la cabeza. Se metieron. Mientras uno lo encañonaba, el otro lo ató de pies y manos con precintos plásticos gruesos, de esos que se consiguen en las ferreterías.
Decime dónde está la plata o te vuelo la cabeza, le dijo uno, mientras el otro revolvía el lugar. La víctima se mantuvo tranquila y les explicó que no tenía dinero. Al parecer los delincuentes le creyeron porque le preguntaron quiénes eran los vecinos que vivían en los departamentos contiguos.
Nos equivocamos de persona, exclamaron. Ante esa situación decidieron retirarse. El hombre les pidió por favor que le dejaran a mano un cuchillo para poder romper el precinto. Tuvieron la delicadeza de concederlo, pero el que portaba el arma le advirtió: Te asomás por la ventana y te quemo.
Se fueron solamente llevándose su celular. Este estaba conectado a una notebook y gracias al sistema de rastreo que tenía activado pudo saber que su teléfono estuvo al menos dos días en una ubicación de calle Colombres de esta ciudad.
En la mañana de ayer se enteró que a su vecino le pasó lo mismo que a él. En principio casi serían los mismos que actuaron días atrás. Eran dos y también usaron precintos para inmovilizar a sus víctimas, solo que esta última vez fueron un hombre y una mujer.
Todo hace presumir que alguien les dio el dato. En ese edificio había alguien que manejaba plata. En el primer intento confundieron al arquitecto con el pez gordo. Solo se dieron cuenta cuando empezaron a atar cabos mientras lo tenían reducido en el piso. Días después fueron directo hacia quien estaban buscando. Probablemente ya tenían la foto de su víctima.
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