En el buque perdieron la vida 323 tripulantes, luego de ser alcanzados por el fuego de un submarino nuclear británico. Representan más de la mitad de las bajas argentinas de la Guerra de Malvinas. Los sobrevivientes estuvieron más de 24 horas en las balsas inundadas, a temperaturas bajo cero.Algunos oficiales de la provincia fueron testigos del horror aquel 2 de mayo de 1982, cuando en horas de la tarde el ARA General Belgrano sufrió el impacto de dos torpedos del HMS Conqueror, submarino nuclear de Gran Bretaña. En cuestión de minutos los 1.093 tripulantes debieron aplicar las maniobras de salvamento ante el inminente hundimiento del buque, donde perdieron la vida centenares de soldados.
PRIMERA EDICIÓN se comunicó con Juan José Stelmasczuk (59), quien en aquel entonces se desempeñaba como cabo primero electricista, en la parte de Comunicaciones Interiores del Belgrano.
Llegué al crucero en el año 80; teníamos como misión, luego de abastecernos en la isla Los Estados, estar con los dos destructores en la zona y patrullar las 200 millas dentro del área de Malvinas, fue así que zarpamos de Puerto Belgrano el día 16 de abril, terminamos de abastecernos en Ushuaia y fuimos a nuestro centro de operación donde estuvimos de acompañamiento hasta el día 2 de mayo, donde fue el hundimiento.
En ese momento entra en escena el submarino nuclear HMS Conqueror, quien desobedece las instrucciones del Consejo de Seguridad de la ONU y decide abrir fuego. Nos atacaron fuera de la zona de exclusión, como se llamaba a las 200 millas, cerca de las 16, en el momento del cambio de guardia escuchamos una explosión, fue el primer impacto, un torpedo que dio en proa, a los segundos suena el otro, que da dentro del lugar en que estábamos; fue en el lado derecho, lado babor donde pega el impacto, en la línea de eje donde estaban los tanques de combustible, que se inundó de forma inmediata, comentó Stelmasczuk.
Ante semejante situación lo único que atino es salir por un compartimiento de escape que había a unos 15 metros, salimos con un chico catamarqueño que rescaté de abajo, a través de la salida de emergencia, ahí nos encontramos con el compartimiento inundado con petróleo y agua, explicó el cabo primero.
Stelmasczuk logró transmitir la desesperación y el riesgo de tales hazañas: Llegamos a salir a la siguiente cubierta, ahí fue donde lo perdí de vista a mi compañero, se lo llevaron con los heridos, yo me dirigí a mi balsa a esperar las órdenes de abandono del comandante, ya que el buque estaba a un nivel de escorado de casi 40 grados, era imposible sostenerlo.
Breve, pero intenso
Aunque todo sucedió en pocos minutos, la escena fue de lo más intensa para los tripulantes que buscaban un escape. Lo habíamos hecho en simulacros, sin embargo no estaba entrenado para que mi balsa sea tragada por la parte rota de proa, donde minutos después se desprende la cadena y el ancla; lo único que pudimos hacer con otros tres chicos fue tirarnos al agua y nadar a otra balsa que nos rescató, éramos solo tres en condiciones de movernos, el resto heridos, quemados y algunos que habían tragado mucho combustible, petróleo y agua, estaban mal, explicó.
Ya en el agua, el panorama distaba de ser favorable, el oleaje pegaba contra el casco y nos llevaba hacia el barco justo al lado donde estaba escorado, remamos todo lo que pudimos, nos alejamos y ahí se termina de hundir el buque, hizo una enorme burbuja como una explosión que nos desparramó a todo lo que tenía al lado, sino hubiera succionado, contó Stelmasczuk.
Llegó el momento de esperar a ser salvados.
Las olas eran de más de cuatro metros de altura, era un clima lluvioso con viento y temporal toda la noche; estuve hasta el otro día en la balsa hasta las 22.45, a temperaturas bajo cero que produjeron que ya no sintiera los miembros inferiores, no podía pararme, los que estaban heridos estaban quietos, el resto rezábamos, con la radio transmitíamos el auxilio constantemente, mientras la tormenta afuera continuaba, hasta que al día siguiente vimos el avión del reconocimiento; al ver que era argentino sentimos un gran alivio, la esperanza volvió a nosotros, porque si eran de Gran Bretaña tenían órdenes de ametrallar a las balsas, rememoró.
Bautismo de Fuego
Ayer se recordó también el aniversario número 36 del denominado Bautismo de Fuego de la Fuerza Aérea Argentina, el debut en combate contra las fuerzas de otro país.
El 1º de mayo, las fuerzas británicas tenían la intención de desembarcar en las Islas Malvinas y presionar la rendición de las tropas argentinas. Para lograr este objetivo a las 4.40 de la madrugada comenzaron a bombardear con aviones Vulcan y Sea Harrier los dos aeródromos militares establecidos por la FAA en Puerto Argentino y Puerto Darwin.
La reacción de la FAA fue inmediata y a las 16 de ese 1° de mayo comenzó la llamada Batalla Aérea de las Malvinas, en la que los aviones nacionales realizaron 57 salidas aéreas.
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