Paraguay celebrará comicios presidenciales hoy y, aunque hay diez candidatos, son dos los que concentran cerca del 80% de la intención de voto. Con todo, parece que el reto será identificar en la boleta electoral a los más nobles y no por ello necesariamente a los mejores.
Con una economía fortalecida, avances en muchos aspectos, buenas proyecciones de cara al mediano plazo y casi un tercio de su población en la pobreza, Paraguay vuelve a las urnas con el mismo karma que en Argentina: su clase política.
Tras un 2017 tenso con aspiraciones reeleccionistas que culminaron con el incendio del Congreso en Asunción, los paraguayos le darán a sus referentes una nueva oportunidad para que enaltezcan los puestos para los que serán electos. Las expectativas, sin embargo, no son del todo buenas.
Y es que de un tiempo a esta parte fueron varias las veces que los políticos ocuparon las portadas de los diarios, los horarios centrales de los noticieros y extensos debates en las redes sociales más por sus mañas e intereses personales que por sus actos profesionales en la búsqueda de un mejor porvenir para la gente. Por ejemplo:
Hace casi un año y un mes se produjo el incendio parcial del Congreso y, en la misma noche, el asesinato de un joven dirigente opositor a manos de la policía. Los hechos en cuestión continúan sin esclarecerse y el tema ni siquiera ocupó la agenda de los candidatos presidenciales. Los graves incidentes sucedieron en medio de violentas manifestaciones callejeras cuando el Senado, en una polémica sesión, aprobó un proyecto de enmienda constitucional que iba a permitir la reelección presidencial. Los disturbios fueron el corolario de semanas tensas y de duros cruces. El presidente Horacio Cartes debió renunciar a esa posibilidad y los legisladores archivaron el proyecto que agredía la Carta Magna. Pero el daño estaba hecho.
Hace poco más de un mes los parlamentarios paraguayos volvieron a quedar en la mira tras la aprobación de un autoblindaje, una ley que los fortalece en sus escaños y que beneficia a muchos de ellos que justamente hoy buscarán la reelección. La iniciativa surgió poco después de que un senador fuera despojado de su investidura por tráfico de influencias, un hecho inédito en la historia legislativa del país. El congresista oficialista presidía en ese momento el Jurado de Enjuiciamiento de Magistrados y parecía que la clase política daba muestras de madurez. Pero de inmediato llegó el cachetazo, cuando los propios legisladores de su bancada aprobaron una nueva norma de votación positiva de dos tercios en cada cámara legislativa para eliminar la investidura de cualquiera de sus miembros, frente a la simple existente antes. La nueva ley añade también que debe haber una sentencia judicial firme contra el senador o el diputado que se pretenda destituir. Lo dicho… blindados.
Hace apenas unos días y mientras todos miraban hacia el norte del país esperando novedades de Edelio Morínigo, un policía secuestrado por la guerrilla Ejército del Pueblo Paraguayo (EPP) en 2014, la máxima instancia judicial paraguaya, instalada en Asunción, habilitó casi en silencio las candidaturas de referentes del oficialismo que ocuparon el sillón presidencial. Ocurre que la Constitución paraguaya expresa que los expresidentes de la República, electos democráticamente, serán senadores vitalicios de la Nación, salvo que hubiesen sido sometidos a juicio político y hallados culpables. Esas bancas tienen voz, pero no voto, tal el planteo de la oposición. La figura de una cortina de humo cayó sobre la sociedad impulsada por varios medios que, al mismo tiempo, se sintieron usados cubriendo tiroteos que no fueron tales allá en el norte. De Morínigo no hubo noticias y lo que quedó en la superficie fue el uso político de los medios para distraer a las masas, un clásico de todos los tiempos.
Así las cosas, el contexto indica que lo que se debate este domingo en Paraguay es elegir a los más nobles y no necesariamente a los mejores. Cualquiera sea el caso, de entre los diez candidatos a ocupar el Palacio de los López (sede del Poder Ejecutivo) hay dos que concentran toda la atención y se llevan, cuanto menos, el 80% de la intención de votos.
Por un lado Efraín López, el principal referente de la oposición. En campaña prometió que si gana hoy dedicará su gestión a cinco aspectos principales: educación, energía, sanidad, seguridad y transparencia.
Mario Abdo Benítez, el delfín del oficialismo, debió sortear una dura interna plagada de agravios al no ser el elegido del presidente Cartes. Pero una vez que accedió a la candidatura sostuvo que si llega a la Presidencia superará lo que para él es el mayor desafío que afronta el país: alcanzar una tasa de crecimiento anual de la economía de 6%.
Alegre repitió en su campaña que su primera medida será reducir las tarifas de electricidad entre 25 y 90%, según los diversos niveles de consumo, y dejar sin efecto el pacto firmado en 2017 por los presidentes Horacio Cartes y Mauricio Macri para buscar un acuerdo para refinanciar la deuda que la represa binacional Yacyretá mantiene con el Estado argentino.
El candidato sostuvo que ese pacto es contrario a los intereses de Paraguay y subrayó que la energía de los paraguayos (debe ser) para los paraguayos.
Alegre se propone también crear un banco de medicamentos, disponer salud básica gratuita para todos, garantizar desayuno o merienda en todas las escuelas y vincular la creación de empleo con la educación. El postulante liberal adelantó que pondrá en práctica medidas más rígidas para lograr la transparencia en las instituciones estatales y reducir al mínimo posible la impunidad. Alegre prometió proyectos de leyes para derogar la ley que reglamenta la pérdida de fueros y convocar a una asamblea constituyente con el objeto de sanear el Poder Judicial.
Otro de sus ejes es terminar con las Fuerzas de Tarea Conjunta (FTC), cuerpo de seguridad creado años atrás para combatir al EPP y cuya efectividad fue puesta en duda por la oposición.
La plataforma de Abdo Benítez, en tanto, gira en torno al éxito económico y su efecto derrame en la sociedad. Su intención es que la economía paraguaya avance a un promedio anual de 6%, muy por encima de la previsión del Fondo Monetario Internacional (FMI) que es de 4,5% para 2018 y 4,1% para 2019.
En poco tiempo más Paraguay va a llegar a un crecimiento superior inclusive al 4% que venimos creciendo en los últimos diez años; nuestro mayor desafío es mínimamente llegar a 6%, con reformas estructurales que nosotros vamos a proponer, dijo el candidato del gobernante Partido Colorado durante una reunión con empresarios brasileños.
Con algunas pequeñas reformas estructurales podemos dar ese salto a nuestra economía y que ese crecimiento produzca realmente equidad, que es lo que nos falta. Que la famosa estabilidad macroeconómica pueda significar desarrollo, agregó Abdo Benítez.
Yo llevo el coloradismo en el cuello (en alusión al pañuelo rojo) y en mi corazón la tricolor bandera del Paraguay. Y nosotros vamos a hacer un proyecto colorado pero protagonista del nuevo tiempo que necesita el Paraguay, un Paraguay con consenso y decencia, dijo en la recta final. También tuvo palabras descalificadoras para la oposición, a la que sin citarla acusó de mentir y de ofrecer discursos demagógicos. Necesitamos gobernabilidad, no discursos demagógicos que escuchamos hoy en el otro lado que de cualquier manera buscan votos mintiéndole a nuestra gente, lanzó.
La guerra contra la corrupción y la impunidad fue parte de las promesas realizadas en el cierre de campaña de ambos la noche del jueves, antes de que se impusiera la veda electoral.
No es ninguna novedad que las plataformas de campaña de los que buscan cargos electivos están plagadas de buenas intenciones. Lo novedoso en este caso sería que quien esta noche se vaya a dormir sabiéndose el próximo presidente del Paraguay desarrolle un verdadero cambio de paradigma en la política sudamericana, que lleve a los suyos a un nuevo plano. Uno en el que los funcionarios se destacan ante sus electores por sus excelentes gestiones y no por su furiosa búsqueda de poder pisando incluso sus propias constituciones. Eso es lo que decide hoy Paraguay, por eso es la elección más difícil.
Por Guillermo Baez
Discussion about this post