Se puede decir que el guardaparque Bernabé Méndez murió en su ley. Lo alcanzó un certero disparo efectuado por cazadores furtivos mientras patrullaba el Parque Nacional Iguazú. De esto hace 50 años. PUERTO IGUAZÚ. Es Jueves Santo y Blanca Elisa Cáceres repite el ritual de todos los años: prepara sopa paraguaya. Lo mismo había hecho aquella semana previa a la Pascua de 1968 cuando esperaba con este alimento del recetario guaraní a su marido, Bernabé Méndez, que había salido siete días antes con la patrulla que recorría la zona de montes del Parque Nacional Iguazú. Méndez fue alcanzado por un disparo certero efectuado por cazadores furtivos, mientras hacía lo que más le gustaba: proteger la naturaleza. Ayer se cumplieron 50 años de ese fatídico día, y en Puerto Iguazú lo recordaron quienes siguen sus pasos.
Cáceres tenía apenas 22 años cuando quedó viuda y a cargo de dos hijas pequeñas, una de ocho años y otra que en ese momento tenía tres meses.
Aunque ella nació en Posadas y él en Puerto Iguazú, el destino los unió cerca de Villa Albertina, en el partido de Lomas de Zamora, en la Zona Sur del Gran Buenos Aires, donde todos los hermanos de Blanca todavía viven.
Bernabé pertenecía a Gendarmería Nacional y como le dieron el traslado al Sur del país, se enojó y renunció. Es que no le gustaba el frío. Entonces decidieron volver a Puerto Iguazú. La hija más grande del matrimonio ya había nacido cuando llegaron, la otra vio la luz en Misiones. Cuando Bernabé murió a Blanca le dieron un puesto en Parques Nacionales, donde trabajó durante 32 años, hasta jubilarse.
La mujer no guarda un buen recuerdo del Intendente Cozzi, que por el año 1968 estaba a cargo del Parque Nacional Iguazú. No puede olvidar que el día que tenían que salir con la patrulla, como no conseguían un camión para que los llevara, Cozzi dispuso que fueran igual. Que se vayan con la mochila al hombro, pero que salgan, dijo Blanca que ordenó el funcionario. Finalmente, apareció el camión y salieron. Nosotros vivíamos en el Kilómetro 25, cerca del aeropuerto, ahí teníamos una hermosa casa, que ya fue demolida. Ahí estaba yo cuando lo mataron, pobrecito
me acuerdo cuando se alejaba con el camión, saludando con un pañuelito
, recordó Blanca sin poder evitar que las lágrimas surjan de sus ojos.
Era domingo de Pascua, y llegó hasta la casa el jefe de guardaparques. Le comunicó que su marido estaba muy grave pero no le dijo que lo habían matado. Pero cuando llegaron al hospital y vio a gran cantidad de gente reunida se dio cuenta que su marido había muerto. Yo esa mañana lo soñé a él
se iba con un jeep que estaba todo cubierto de ramas
Si lo soñé. Esa madrugada que lo mataron, yo lo soñé
, retiene Blanca su recuerdo con la mirada extraviada en el vacío.
Insistió con que ese día él tenía que volver. Me pidió que le dejara la sopa paraguaya para cuando volviera. Los compañeros querían volver el sábado, pero él se opuso: Mañana va a venir el cazador, dijo, y no se equivocó. Había salido el lunes anterior, pero era para que lo maten nomás, porque el domingo a la madrugada lo mataron, dedujo.
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