Vivían en el barrio Giovinazzo, al costado del autódromo. La madre de los chicos y su concubino están detenidos. Los abuelos tienen la guarda preventiva de los chicos.El abandono en medio del abandono. Ese fue el crítico estado de un joven con discapacidad motriz y retraso, quien fue dejado, con sus hermanos menores, encerrado, sin atención ni alimentos por varios días.
Los chicos vivían en el barrio Giovinazzo, al costado del autódromo, y como aparentemente estaban solos, los vecinos primero se ocuparon de pasarles comida, pero ante la ausencia prolongada de los adultos, decidieron dar aviso a la policía.
El drama vivido por Daniel (19) el joven con discapacidad, su hermana Ramona (15), Héctor (13) y Mónica (7) fue aumentando la indignación de la gente del lugar hasta que el hartazgo se volvió insoportable.
El lunes a la noche, la gente que vive en los alrededores de la casita donde estaban los chicos, se movilizó con todos sus medios hasta lograr que intervenga personal de la Comisaría XI, lo cual permitió que el muchacho sea internado en el Hospital Favaloro.
El chico fue diagnosticado con un cuadro de deshidratación y golpes en la zona abdominal y se encuentra bajo observación médica acompañado por un abuelo. Sus hermanitos quedaron al cuidado de la abuela materna.
Se nos volvió insoportable ver que los chicos estaban solos. Yo me acerqué a preguntar si tenían comida porque hacía tres días que no veíamos a ningún adulto con ellos. La chica de 15 inclusive se quemó por hacer fuego para la comida. Nos dijeron que para que no toquen la heladera, habían puesto un sistema que hacía cortocircuito y si querían abrirla recibían descargas, fue el angustioso testimonio de una vecina, en la casa lindante a donde vivían los chicos.
Tras la pronta intervención de las jefas de la comisaría XI, los adolescentes fueron rescatados. La madre de los chicos, Norma Rosalía, y su concubino, Domingo Franco, están detenidos a disposición de la Justicia.
Un gabinete interdisciplinario, conformado por psicólogos, licenciados en trabajo social y de criminalística quienes hicieron una inspección socio ambiental en la casa, emitió un diagnóstico preliminar desfavorable.
En el informe elevado por las jefas de la Comisaría 10ª, se ratifica que los adultos habían dejado a la chica de quince, hacía varios días, al cuidado de los demás.
El caso quedó en manos de la defensora de turno, María Isabel Bar, quien ordenó que la custodia de los pequeños sea entregada a su abuela (Cecilia López) con quien se encuentran actualmente y se elevó informe a la dirección de Infancia, Ministerio de Desarrollo Social.
De acuerdo al parte médico, tras los exámenes de rigor, tres de los niños no presentaban lesiones, mientras que Daniel, con retraso madurativo y parálisis, fue encontrado deshidratado y golpeado, de ahí la decisión de internarlo.
Falta de todo
PRIMERA EDICIÓN recorrió el barrio para hablar con sus residentes y de paso constatar la mala situación generalizada del entorno, donde según contaron, carecen de servicios mínimos y padecen el terrible estado de sus calles internas, lo que hizo que las ambulancia y los móviles de la policía demoren casi una hora para poder ingresar y sacar a los chicos.
Enclavado en una manzana con calles internas de tierra, pantanosa y resbaladiza por las recientes lluvias, supone muchísima dificultad para ingresar al sector viviendas sociales.
Todas están construidas con madera y de pequeñas dimensiones, con el fin de ser entregadas a familias muy humildes, muchas de ellas con familiares que presentan alguna discapacidad, pero todavía sin acceso a servicios básicos por el pésimo estado de las calles, que casi siempre nos impide salir a llevarlos a sus terapias o incluso mandarlos a la escuela, dijeron.
Uno de los hombres del lugar refirió la cruel vida que tenía la familia, con un testimonio dramático por lo que les tocó ver.
No podíamos creer cómo se encontraban, cuando quisimos mover al chico discapacitado, corrimos los colchones y había un criadero de cucarachas, muy triste y lamentable haber visto esa escena. Fue muy feo para nosotros porque acá vivimos familias humildes y honestas que tratan de dar lo mejor a sus hijos, contó.
En sintonía con otros lugareños, la coincidencia generalizada era que todos recibían golpes, y que en algunas oportunidades corría el rumor que para que el joven con discapacidad deje de gritar era sedado con una sustancia que le rociaban en la cara.
Yo vivo a dos cuadras de donde estaba la familia y siempre pasaban por mi casa para pedir comida, contó apenado.
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