Por Juan Rajimon – Misionero del Verbo Divino.Con la imposición de las cenizas se inicia para todos los cristianos la preparación para la celebración del Misterio Pascual; es decir, la Pasión, Muerte y Resurrección del Señor Jesús. La Iglesia con el llamado que hace a la conversión y al cambio nos invita a vivir un encuentro personal con nosotros mismos y con nuestro Dios.
Cada vez que hablamos de la conversión y de un tiempo penitencial nos referimos a la necesidad del perdón de los pecados. Y no son muchos los que suelen pensar: no tengo grandes pecados
, sin embargo es un tiempo propicio para profundizar nuestra vida interior. El Miércoles de Ceniza, cuando el sacerdote imponen las cenizas dice: Conviértete y cree en el Evangelio. Es un llamado para volvernos a Dios, reconociendo la propia fragilidad como nos recuerda la Palabra: Acuérdate que eres polvo y al polvo volverás.
Es precisamente con el Miércoles de Ceniza que se da inicio a la Cuaresma que es una oportunidad para vivir una auténtica conversión: siendo personas de bien, capaces de hacer un aporte positivo para su propia familia y entorno, teniéndolo a Dios y al hermano como centro de sus vidas.
Es bueno reflexionar sobre el cambio que necesitamos para ser personas de bien. Muchas veces esto implica una profunda conversión en cuanto a nuestras actitudes, maneras de ser y hacer las cosas.
También es tiempo especial para reflexionar y profundizar nuestra relación con Dios en la fe. Los momentos litúrgicos son una ayuda para penetrar y enriquecer nuestra vida espiritual. Por eso nos ayudará mucho en este tiempo que meditemos más la palabra de Dios, estemos más cerca de nuestros seres queridos, vivamos la fe participando activamente de la Eucaristía
La conversión cuaresmal es un llamado para reconocer nuestra fragilidad humana, una toma de consciencia de nuestra realidad humana y descubrir la presencia de Dios en todos los momentos de la vida. Es un llamado para que Dios con su amor y justicia reine en nuestras vidas.
Cuaresma también es un tiempo para vivir profundamente nuestra experiencia de comunidad cristiana. Vivimos en una sociedad que tiene la gran tentación de sentirse miembros de la Iglesia, a su manera, lejos del hermano que comparte la fe, un individualismo aun en la vivencia de la fe.
La Cuaresma no invita a vivir la fe en comunidad, que es la esencia de la vida cristiana. La comunidad hace que experimentemos el amor y el perdón; nos lleva a la gran conversión de salir de nosotros mismos y así encontrarnos con el hermano en la fraternidad. Nos prepara para la vivencia de la resurrección en comunidad.
En esta Cuaresma, Cristo nos invita a cambiar de vida y la Iglesia nos llama a vivir la Cuaresma como un camino hacia Jesucristo, escuchando la Palabra de Dios, orando, compartiendo con el prójimo y concretando buenas obras.
La Cuaresma es un tiempo de perdón y reconciliación fraterna. Cada día, durante toda la vida debemos quitar de nuestros corazones el odio, el rencor, la envidia, los celos que son la opción opuesta al amor a Dios y a nuestros hermanos.
El símbolo de la imposición de la ceniza nos está invitando, pues, a dirigir nuestra mirada al amor y volvernos a Dios para contemplar la realidad de nuestra vida personal y familiar, descubriendo aquellas cosas que no me ayudan a vivir como verdadero cristiano y hacer, al menos, el propósito de cambiar, de crecer como personas, como hijo e hija de Dios.
Que esta Cuaresma nos lleve a una profunda conversión ayudándonos a ser personas de bien en nuestra familia y en la sociedad que compartimos.
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