Así lo manifestó el sacerdote y docente Marcelo Klekailo al hablar acerca del Curso de Introducción a la Teología y Cultura Ucrania que se se realiza en Alem. Las clases se extenderán hasta el 16 de enero, con acto de clausura y entrega de diplomas.El 33 curso de Introducción a la Teología y Cultura Ucrania se desarrollará hasta el 16 de enero en el predio de la iglesia San?Pedro y San Pablo de esta localidad, oportunidad en que se hará el acto de clausura y la entrega de diplomas a los 30 participantes llegados desde varias provincias, aunque en su mayoría son residentes en Misiones.
El secretario académico del curso, Víctor Horacio Basterretche, explicó que en esta ocasión hay alumnos de Chaco, Mendoza, Buenos Aires y CABA, además de los locales que totalizan 14 en el primer nivel.
La convivencia es excelente, hay un muy buen espíritu de grupo, y un ambiente de estudio y de oración. Ya pasamos la mitad del curso con días intensos de clases de idioma ucraniano y distintos aspectos de la cultura del país. Tuvimos un día de recreo en un camping de la localidad de Azara, y retomamos el desarrollo de la segunda parte de las clases. Después de las actividades diarias tenemos cuestiones recreativas vinculadas al canto y juegos para favorecer la integración, confió.
El sacerdote Klekailo recordó que la iniciativa nació hace 33 años y se debe a algunos pioneros, hombres y mujeres intelectuales, que vieron con preocupación la formación de las nuevas generaciones para que no olviden sus raíces.
Entre ellos un laborioso, incansable e infatigable trabajador de la educación de la joven descendencia de ucranios en la Argentina como lo fue Miguel Wasylyk, quien falleció recientemente.
Lo tenemos especialmente presente porque de él recibimos el legado, de continuar con la misma preocupación, que no solamente no olviden sus orígenes sino que aprendan a valorarlos. Y a partir de esa valoración que puedan hacer de la cultura de sus antepasados, sean en la Argentina actual mejores ciudadanos, hombres, cristianos, personas, remarcó.
Según Klekailo, algo que a todos sorprende es el entusiasmo que tienen los jóvenes porque la propuesta de estudiar durante dos semanas en plenas vacaciones estivales en esta provincia no suena muy alentadora. O uno no pensaría así. Sin embargo al comenzar y al generar los vínculos de amistad que se dan de por sí por la convivencia en el curso, viven estas dos semanas con tanta intensidad y tanto entusiasmo que es elogiable.
Desde su postura docente admitió que a partir de los últimos años tuvimos la ardua tarea de adaptar el modo de la transmisión de la información. Intentamos que el nivel de formación de los jóvenes sea el mismo, sin minimizar los contenidos ni el nivel. Sin embargo los modos en que tenemos que darlos y el modo en que ellos están adaptados a recibirlos cambian vertiginosamente cada año. Es decir, tenemos que hacer mucho más uso de la tecnología, la información audiovisual, lo que también requiere que el Instituto de Cultura y Educación Ucrania Josyf Slipyj -pertenece a la Eparquía de la iglesia greco-católica ucraniana en Argentina- año a año adquiera insumos tecnológicos nuevos. Evidentemente tenemos que poner un acento muy fuerte en lo didáctico, adaptándolo a este tiempo.
Sostuvo que cuando estos cursos comenzaron, Ucrania ni siquiera aparecía en los mapas porque era parte del bloque soviético. Hoy, con Ucrania libre y con el intercambio de información que existe con el país europeo, los chicos pueden ver prácticamente en vivo y en directo las cosas que les estamos enseñando. Las imágenes, los sonidos, el acceso a la información actualizada, hace que vean esos contenidos no como algo del pasado sino como algo presente y cercano.
Dejó abierta la invitación para enero de 2019, y en nombre del director del Instituto, Nazariy Kashchak, agradeció la colaboración de particulares y empresas, a los docentes y exalumnos, a la religiosa María Elena Dutka y a sus pares de la Orden de San Basilio Magno (OSBM), que no solo prestaron las instalaciones sino que se ocuparon de la cocina con la ayuda de un grupo de mujeres de la ciudad que preparan rica y abundante comida.
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