Ernesto Doedderer – Posadas (Misiones) Señora Directora: Curiosamente, durante la gestión de este gobierno, se vienen destapando ollas sólo algunas- que dan que hablar y la sociedad sigue consumiendo y festejando como si nada.
Que haya sindicalistas millonarios que utilizaron distintas estrategias para llenarse de dinero, propiedades, vehículos y viviendo al mejor estilo del jet set internacional de ricos y famosos, ya tiene el rótulo de escándalo nacional ¿y así pretendemos que vengan inversores cuando se sabe que, además de enriquecerse, estos impresentables presionan a los empresarios y se mimetizan en el gobierno de turno como si fueran los mejores estrategas del mundo?
Da asco saber de estas cosas, da vergüenza que el mundo nos siga sumando al grupo de países no creíbles, simplemente porque nos acostumbramos a ver y permitir que sucedan estas cosas lamentables.
El obrero, el trabajador, que se afilia a un sindicato cree y espera que el secretariado cumpla, no solamente con las promesas hechas antes de ser electo o reelecto indefinidamente como los gordos que todavía se meten para garronear en el fútbol-, además de no conseguir mejoras salariales y buscar de profesionalizar la actividad, valorando al que realmente se identifica y cumple con su tarea.
Pero no, ellos se olvidan de quienes aportan y esperan, que trabajan pensando simplemente y soñando, tal vez, que en algún momento se cumplirán las promesas.
El comienzo sindical fue en 1857, cuando se creó la primera organización obrera: la Sociedad Tipográfica Bonaerense con carácter de ayuda mutua, en caso de enfermedad de sus afiliados.
Pero la primera que surgió para defender los intereses más generales de la clase obrera ya como un verdadero sindicato- fue la Unión Tipográfica en 1878 y que al año siguiente realizó una huelga que logró reducir la jornada laboral a 12 horas, que no trabajen los menores de 12 años y un aumento de sueldos. Luego sucedieron distintos cambios a favor y en contra, que cada sindicalista cuenta a su manera e interés personal.
El sinvergüensismo se fue instalando en todas las estructuras funcionales del país e incluso obligando a muchas personas de involucrarse so pena de perder su carrera laboral o terminar renunciando bajo presión.
Lo llamativo que todo este desorden y corrupción hasta convence a ciertas personas, incluso instituciones, a defender a quienes se adueñaron del cargo o función asignada para olvidarse de su juramento o compromiso y responsabilidad ante la sociedad, sin importarle la patria y sus conciudadanos que ponen el hombro para que el país se mantenga en equilibrio aparente.
Finalmente, lo dijo el papa Francisco en una oportunidad: Nunca vi una mudanza que acompañe al fallecido en un cortejo fúnebre. Y es cierto, se llenan de cosas materiales y disfrutan, pero no saben porque nadie volvió para comentar- qué les espera en la otra vida espiritual, que está comprobado, existe.
Finalmente, ¡será justicia!
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