Este sábado 23, a las 19.30, en medio de una serenata a don Pedro Rhomas Morales Carter “Moralito”, se bautizará a las tablas del anfiteatro Martín Fierro.Pedro Thomas Morales Carter nació en la Localidad de 25 de Mayo, Buenos Aires, el 21 de septiembre de 1928, hijo de un músico porteño Juan Morales y de Becaria Inglesa venida a Buenos Aires como profesora de Inglés en un colegio como Alice Carter.
Fue el número siete de siete hermanos y llegó a Misiones a los 32 años aproximadamente, después de perder la vista definitivamente como músico en un circo.
Aquí hizo amigos que le invitaron a quedarse. Recorrió parte de la provincia hasta llegar a un Campo Viera naciente, junto a sus queridos amigos Claudio López y Mario Escalante.
Se casó con doña Arminda González Fernández y tuvo cinco hijos: Ariel, María Lujan, Selva, Leda y Enzo.
Hizo muchísimo por el pueblo que le dio lugar donde formar su hogar: Fue gestor y co-fundador de la Escuela 489, ideador de la Fiesta Nacional del Té y junto a Don Floriano Koteski, Intendente entonces planificaron la construcción del Patio de la Morocha y del Anfiteatro Martín Fierro cuyo objetivo allí era concentrar todas las actividades folclóricas y Culturales de la Localidad.
Director de la orquesta Los Viereñosque recorría los bailes llevando diversión y alegría a las familias de la zona.
Junto a la familia Krakoski creó una peña que integro a bailarines, cantantes y recitadores, primero para disfrutar un grupo y después como invitados a Festivales. Así empezó su carrera artística Marito, nuestro querido y recordado Mario Krakoski.
Don Morales fue su mentor y su acompañante por casi toda su carrera.
En casi todas las actividades culturales que se desarrollaban en esos primeros años de Campo Viera, seguro estaba su colaboración.
Fue un músico que enseño acordeón, guitarra, batería a muchos, desde chicos, señoras y señores.
Creador de la primera radio local y ambulante allá por el año 1974 aproximadamente.
Sabía hablar en Ingles fluidamente, por ello enseño a los alumnos del secundario, siempre que lo necesitaron.
No fue un hombre ambicioso y mucho menos mezquinoso de sus habilidades. Fue humilde en todo el sentido literal de la palabra.
Trabajador incansable y un padre y esposo ejemplar.
Ciudadano responsable y comprometido con su comunidad. La falta de visión física no le influyo en la visión espiritual, que fue su motor donde sabía claramente que quería para su pueblo y sus habitantes.
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