La escasez de agua segura, el hacinamiento y la falta de higiene constituyen un “cóctel explosivo”.Un estudio de investigadores del CONICET realizado en Puerto Iguazú determinó que más del 50% de los chicos menores de quince años tiene parásitos, e identificó vínculos entre estos diagnósticos y la falta de acceso a agua segura, el hacinamiento y la falta de higiene.
Además de los exámenes clínicos que fueron realizados a más de 450 niños, el relevamiento incluyó cuestionarios acerca de factores ambientales y sociales, y también se analizaron muestras de heces de perros y del suelo.
El estudio representa el mayor relevamiento de este tipo desarrollado en la región, una de las que presenta mayores índices de pobreza y desigualdad de Argentina, y fue publicado recientemente en la revista PLOS Neglected Tropical Diseases.
Los resultados de este trabajo, destacan sus autores, revelan la importancia de considerar simultáneamente múltiples niveles de determinantes para entender la prevalencia y la propagación de los parásitos intestinales en poblaciones vulnerables de Argentina.
Analizar la contaminación ambiental con estructuras parasitarias permitió evidenciar perfiles compartidos entre los niños y su entorno cotidiano. Es una forma indirecta de conocer qué grupos desafían la salud infantil en diferentes regiones, señala Romina Rivero, investigadora asistente del CONICET en el Instituto Nacional de Medicina Tropical (INMET) del Ministerio de Salud de la Nación.
Los altos índices de infestación detectados pueden ser explicados a través del análisis combinado de cuestiones referidas al niño y a su familia, así como también a las relacionadas a deficiencias estructurales y de servicios básicos en las que residen. Según reveló la encuesta, más del 40% de los participantes del estudio no contaba con acceso a agua segura ni con redes cloacales adecuadas. Además, más del 20% convivía con animales de granja y el 80% tenía perros como mascotas.
Si bien los casos de parasitosis solían estar más ligados a zonas rurales, estos resultados muestran la alta incidencia de la enfermedad en entornos urbanos. Esto puede atribuirse a que en las últimas décadas, el movimiento de las poblaciones supera la capacidad de organización de las ciudades, no da tiempo a que el proceso sea acompañado por las mejoras de infraestructura básica. Esto genera ambientes cada vez más precarios, detalla Rivero, quien durante una reciente estancia en la Universidad de Florida se formó en el abordaje de enfermedades desde una perspectiva ambiental, junto al equipo del investigador Song Liang.
El enfoque Una Salud, bajo el cual fue diseñado el estudio realizado en Iguazú, impulsa una visión que contempla la interrelación entre la salud y el bienestar humano, animal y ambiental.
Los datos obtenidos a través de los diagnósticos de contaminación ambiental y de infección infantil permitieron crear mapas de riesgo en Puerto Iguazú considerada un área clave por su emplazamiento y dinámica social-, identificando las que requieren acciones a corto, mediano y largo plazo.
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