La reciente caída del concurso para designar al reemplazante del denunciado juez de Instrucción de Puerto Rico, Éctor Acosta, porque los concursantes no consiguieron en su gran mayoría un puntaje básico para formar una terna de la que el Gobernador proponga a la Legislatura su designación (con excepción de dos de los postulantes que superaron el piso requerido), provoca esperanza en el accionar del Consejo de la Magistratura de la provincia.El organismo que selecciona a los magistrados del Poder Judicial misionero, adoptó una decisión saludable para el sistema jurídico de la tierra colorada, donde muchos integrantes ingresaron sin pasar por el filtro de los exámenes y las entrevistas antes que exista el Consejo, accediendo por sus vínculos políticos pero escasos de formación. Ni por la premura en designar a un juez en la Cuarta Circunscripción ni por los problemas que se generaron con la salida de Acosta para los demás juzgados subrogantes, los consejeros no se dejaron presionar y evitaron así conformar una terna con profesionales que no reunirían los requisitos exigidos por la ley para alcanzar la magistratura misionera.Si bien puede resultar un caso aislado, debe provocar una reflexión y generar acciones de capacitación tanto del Colegio de Abogados como del Superior Tribunal de Justicia, como la puesta en marcha de una escuela judicial como funciona en el ámbito federal, para formar a quienes aspiren a conducir un juzgado sin importar el fuero.Entre los participantes del concurso caído, había integrantes del sistema judicial, con lo cual, se demuestra que hay funcionarios en el mencionado Poder que distan mucho de estar preparados para cumplir un rol trascendental para nuestra sociedad.Hace falta impulsar una continua capacitación para los letrados, ya que el crecimiento poblacional llevará a la expansión del servicio de Justicia, por lo cual se demandarán más aspirantes a prestarlo. Así como ocurrió con este concurso, se espera la misma actuación del Consejo de la Magistratura para todos los casos, generando confianza y transparencia hacia la sociedad que en una gran mayoría no conoce o se muestra desinteresada con estos procedimientos de selección importantísimos.
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