Días pasados caminaba por las calles y veía a los transeúntes con sus auriculares puestos, pasaban indiferentes y distantes. Estaban en sus propios mundos, un lugar que no era creado por ellos, sino por la música que escuchaban en ese momento. Quizás esas melodías los liberaban y distraían por un momento de sus realidades. Además no se necesita de tecnología para entrar a esos mundos, simplemente basta con recordar alguna canción. Puede decirse que una persona es la música que escucha. La conjunción de letras y melodías pueden contar mucho sobre su forma de ser porque todos buscan lo mismo: un efecto. Algo que fortalezca sus estados de ánimo en ese momento, simplemente porque lo necesitan. Esa fusión de armonía, melodías y ritmos que salen de cualquier instrumento y voz, generan en nuestro estado de ánimo una sensación de absoluto bienestar. Incluso estos llegan a trascender nuestros pensamientos y crean el entorno propicio para liberarnos. De repente una salida con amigos y la compañía de una música divertida hace que el encuentro se transforme en una tarde o velada festiva. Una cita con una hermosa mujer en una callada habitación donde repentinamente hace su entrada alguna romántica canción despertará en la pareja ese deseo que no tardará en manifestarse a través de sus manos y besos.Incluso, si estamos tristes buscaremos consuelo en aquellas canciones que nos brindan la palabra justa para sobrellevar ese momento y así, sentirnos reconfortados para tener una visión más clara de cualquier conflicto que interrumpa la tranquilidad de los sentidos. Además, no creo que debamos juzgar o criticar otros gustos musicales porque todos buscamos refugio en cualquier acorde, solo basta con encontrar aquellas melodías que concuerden con nuestros sentidos. Recuerdo a aquellos autores que hablaban de cambiar el mundo y despertaban en nosotros aquel sentimiento de rebeldía porque sentíamos que podíamos hacerlo y el futuro, aunque no estaba escrito, nos pertenecía. A medida que íbamos creciendo, aquellas palabras fueron cambiando de sentido, hoy las escuchamos con la misma vigencia, pero a la vez como algo tan lejano y cargado más de utopía que de realidad.Incluso, en otras canciones podemos alcanzar al amor esquivo y vivir con él para siempre en ese mundo perfecto hasta que acabe la canción. Hace poco tiempo se celebró el Día de la Música, aunque para muchos haya pasado inadvertido, ella siempre nos acompaña cuando estemos solos o realizando nuestras labores diarias. Nos sentiremos acompañados porque nos ayudará a afrontar el día. Algunas canciones seguirán contándonos historias que describirán aquel amor con esas palabras que jamás se nos hubiese ocurrido.Incluso otras nos harán recordar: paisajes, abrazos, un beso o alguna situación que creíamos olvidada. Días atrás se celebró el Festival Nacional de la Música del Litoral que congregó a numerosos artistas, quienes desplegaron en el escenario diversas canciones de recordados compositores de la región. Como es lógico, muchos describían la esencia de la región que reflejaban nuestra identidad y eso daba a las canciones un sentido de pertenencia porque todos -de alguna manera-, vivimos o estuvimos en aquellos lugares que describían esas letras. El simple sonido del acordeón me hizo acordar a mi padre cuando nos sentábamos debajo del árbol de mango y nos pasábamos horas escuchando música chamamecera y él comenzaba a contar esas historias de un modo tan particular que algunas hasta se podían ver. No necesitábamos ni siquiera televisión, simplemente aquel relato y esas melodías te llevaban a ese lugar. Una canción siempre te liberará cuando sus melodías tengan el mismo ritmo del corazón. PorRaúl Saucedo [email protected]
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