El ambicioso paquete de leyes enviado y por enviar al Congreso por el gobierno de Cambiemos tiene un claro costado político, puesto en línea con los objetivos para las elecciones de 2019, a las que el oficialismo espera llegar en base a su apuesta a la polarización con el pasado. El presidente Macri, a este respecto, resaltó recientemente que espera que las principales leyes estén aprobadas y aptas para ser promulgadas a fines de diciembre. A principios de año, según dijo el presidente, se avanzaría con nuevas iniciativas, a las que definió –tomando prestado un concepto patentado por Domingo Cavallo- como “reformas de segunda generación”. La celeridad, basada en la intención de marcar la agenda usufructuando hasta la última gota el oxígeno obtenido en las elecciones de octubre pasado, deriva en decisiones imperativas que soslayan los consensos que exige una reforma del Estado. Esta falencia repercutió en la reunión de la Unión Industrial Argentina, que ayer manifestó dudas sobre los efectos de la reforma tributaria en las economías regionales. Un medio nacional señaló que las expresiones de “preocupación” y “decepción” se acrecentaron en las últimas horas entre PyME y grandes empresas “que lamentan una ausencia de intervención de los funcionarios que interactúan con el sector productivo durante la confección de la reforma tributaria”. El problema más visible es el impuesto a las bebidas azucaradas, pero detrás de esta punta del iceberg, se teme que se esconda un perjuicio mayor. Los representantes del Interior del país alertaron en la mesa ampliada de la UIA que “invertir en las provincias será más caro que hacerlo en Buenos Aires o cerca del puerto”, y que en las modificaciones a los aportes patronales “se eliminará la reducción del impuesto al IVA que beneficiaba a las fábricas del interior, lo que redundará en un aumento de los impuestos”. Si bien en la reunión hubo diferentes visiones sobre las políticas que impulsa el gobierno, la UIA resolvió poner sobre la mesa de debate en la Conferencia Industrial del lunes próximo “el malestar creciente que existe en las fábricas que integran las economías regionales”.
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