Dos años se cumplen hoy de aquella mañana de domingo en que la vida de Teresa Warenycia fue arrebatada a sus familiares, a los misioneros y a la cultura de esta tierra, que aún espera por justicia para, recién entonces, de alguna forma, vendar una herida que no sanará nunca, pero que permitirá que sea su legado el que ocupe el primer recuerdo.“Hay personas que pegan muy fuerte en el sentimiento, en el alma, y dejarlos partir así nomás no creo que sea bueno”, dijo el artista plástico Bernardo Neumann y recordó que “conocí a Tere en el Instituto Montoya, yo estaba en segundo año y ella ingresó a primero, compartimos prácticamente toda la carrera y cuando hice dos años y medio más de especialización nuestro trabajo en conjunto fue más frecuente, compartíamos el taller, vivencias y experiencias en pintura, allá en la década del 70, cuando el Instituto Montoya era mucho más reducido y éramos un grupo de pintores que intercambiaba experiencias. Éramos jóvenes, cada uno tenía sus vicisitudes de las vivencias y ella siempre era una mano abierta para dar la palabra justa”.“Fue una gran persona, creo que todos los que la conocimos, los que la tratamos, desde los docentes hasta aquellos que fueron sus pares tenemos la imagen de una Teresa siempre alegre, siempre dispuesta a colaborar, poner una pincelada de ser necesario en la vida de todos nosotros”, apuntó.Y destacó además la gran inteligencia con que contaba, “no en vano el año de su partida había vuelto de España donde hizo su doctorado, eso nos habla de una capacidad intelectual muy grande. La pérdida que produce en el arte en la provincia la partida tan temprana de una chica que dedicó su vida a la enseñanza, a practicar la pintura es irreparable”.“Junto a Adriana Marelli, Gerónimo Rodríguez, Eduardo Ledantes y Teresa Eichner pintamos murales en Candelaria, no sé si aún, están pero fue una experiencia muy valiosa, también habíamos pintado un mural frente a Samsa, que se borró, fueron trabajos comunitarios en los que nos divertimos mucho y aprendimos mucho de ella, era muy generosa en sus conocimientos, era una época en que éramos una esponja para absorber consejos y siempre nos ayudaba, nos miraba de manera crítica positiva, desde observación con la solución”, remarcó el artista.Además de la pintura, Warenycia “dejó su huella en un importantísimo relevamiento fotográfico, un verdadero aporte a la cultura de Posadas, del patrimonio cultural de la ciudad”, subrayó Neumann.Asimismo, entendió que “fue una gran pérdida, imposible de sustituir, tenía una manera de pintar, de expresarse que estaba un paso adelante siempre y en esta chatura en que estamos en la provincia, que no me canso de explicar, era de avanzada, podía ser la mano para guiar a futuros artistas para que realmente el arte sea brillante en la provincia, en la región y por qué no también para trascender las fronteras”.E hizo hincapié en que “cada uno de nosotros es único e irremplazable, a Tere nadie la va a poder reemplazar, nadie la va a poder ignorar, no se puede buscarle un parámetro con alguien. La pérdida que nos infringieron fue realmente muy dolorosa, muy valiosa y lo que más me duele es que aún estamos a la espera de justicia, estos enredos judiciales hacen que uno piense en el valor de la vida, que es tan efímero, y que después nadie se hace responsable”.“Seguramente está observando cómo estamos produciendo en el arte, pero realmente quisiéramos tenerla acá, era un ser con el cuál daba gusto trabajar, no era egoísta en absoluto con sus conocimientos y su práctica siempre estaba al servicio de quien la requería; como docente, brillante; como artista, sobresaliente y única. Me queda ahora ese recuerdo dulce de un ser con el que pude compartir, tengo tantas vivencias hermosas, disfrutando el arte, porque el arte se trata de eso, de disfrutar, de compartir, de vivir, de mostrar sensaciones y Tere era una maestra en ese sentido”, expresó el “hacedor” de los atardeceres más maravillosos que puedan encontrarse en un lienzo.
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