Con la apertura del sumario judicial, trascendieron detalles escalofriantes del literal “calvario” que padeció la niña misionera Naiara Abigail Briones Benítez (8), antes de morir tras más de diez horas de torturas extremas, presuntamente, ejecutadas por su tío político en la ciudad de Sabiñánigo, región de Huesca, en España.De acuerdo a varios sitios de noticias digitales, Iván Pardo Pena de 33 años confesó el crimen con total frialdad ante la jueza de la causa. De lo volcado en el expediente, abierto esta semana, el homicidio se desencadenó porque Naiara fue incapaz de recitar una lección que debía de estudiar durante la noche, y la obligó a arrodillarse en un cartón cubierto con sal gruesa para finalizar la locura golpeándola hasta producirle el traumatismo de cráneo que derivó en el deceso.El supuesto autor de la muerte, alegó que solo trató de que “cambiara” y de que “tuviera respeto a los mayores”, pero que “no tenía intención de matarla”. En el interrogatorio indicó que las torturas comenzaron sobre las 8.30 de la mañana del pasado jueves 6 de julio, después de pasar toda la noche arrodillada en sal y series de golpes.De su pormenorizado relato, que duró una hora, Pardo Pena describió y detalló cada uno de los medios de los que se sirvió para causarle dolor a la niña y como intentó ahogar sus gritos para que no fueran escuchados por vecinos o desde la calle.“Me enfadé porque decía que se sabía la lección que tenía que estudiar y no era así”, afirmó el acusado antes de dar a conocer la brutalidad que empleó para “castigar a Naiara”.TestigosDel aberrante hecho fueron testigos otras dos sobrinas menores de edad que habitaban en el mismo domicilio. “Me vas a hacer transpirar”, aseguró una de las sobrinas que le oyó decir mientras miraba a Naiara. También escuchó gritarle a la niña nacida en Posadas, “Te voy hacer pasar mal durante diez horas”.Así comenzó el horror para Naiara. El acusado se valió hasta de varios instrumentos para practicarle descargas eléctricas y, para ahogar sus gritos y sollozos y evitar sus movimientos de defensa, admitió que le puso una media en la boca.Tras un largo tiempo, el agresor cesó los castigos, que incluyeron golpes con un cinturón, lo que el encausado afirma hizo para “ver si se ponía las pilas la niña”.Los golpes y las torturas provocaron en la niña un traumatismo craneoencefálico y el procesado advirtió que la niña perdía el conocimiento. Señaló Pardo que, al ver que Naiara no reaccionaba bajo la ducha, la acostó en la cama y se tumbó junto a ella “para observarla y pedirle perdón”.Los servicios de emergencia fueron alertados a las 13.30 del día mencionado, previa amenazas del acusado a sus otras dos sobrinas que debían contar que Naiara se había caído por la escalera.Ante la Justicia española el acusado reiteró en varias ocasiones que no fue su “intención causar la muerte”, pero que no consideró detener el castigo hasta que la menor cayó inconsciente.La bestialidad del dolor desplegado quedó con mayor detalle en las declaraciones tomadas a las otras dos sobrinas del acusado, una de las cuales aseguró que intentó de forma reiterada detener a su tío después de ver cómo torturaba a Naiara.El relato judicial de lo sucedido indicó que: “Los castigos físicos se produjeron en el domicilio de la madre del acusado, con la obligación impuesta por su tío político de que copiara y memorizara veinte hojas de una lección. Comenzó a golpearla por no haber realizado la tarea impuesta, llegando incluso a darle descargas eléctricas. La pequeña, que fue atada y amordazada mientras seguía recibiendo golpes, finalmente perdió el conocimiento después de que reiteradamente su tío la zarandease y la tirase contra el suelo”.La misionera y madre de Naiara, Mariela Alejandra Benítez, fue avisada de la gravedad de las heridas sufridas por Naiara a través de una llamada telefónica de su marido. La mujer había estado por última vez con la niña la semana anterior.Mariela Benítez, tal como publicó este Diario, sostuvo que mantenía una relación “normal” con su cuñado y con su suegra, quienes cuidaban a su hija mientras ella trabajaba en otras localidades de Huesca. “Yo creo que hubo un momento en que mi cuñado perdió la cabeza y Naiara estaba entonces en el sitio equivocado”. Fuente: Medios Digitales
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