No hablar de América, no hablar de nada, no mencionar la muerte que te aguarda como un ángel siniestro, no decir cosas o decirlo todo de golpe; descubrirte, penetrarte, desnudarte, te cae el sol encima, te arde en tu fosa como una lepra, te cae la sed del hambre, se han olvidado las ofrendas de pago a la tierra, del tabaco, la papa, el maíz.Te cae el dolor de tanto espacio herido inútilmente por los pájaros gigantes de rapiña, que llegan desde el norte, desde el centro, del hielo, de la región de la muerte, para excavar con sus garras tu corazón de América Gambartes que late todavía.Y me nace esta alegría entre tanta ausencia, haberte conocido, haberte hablado, haber visto con tus ojos lo que tú quisiste que vieran sus ojos, tu sabiduría, tu humildad que construías con tus manos tan pequeñas, los radiantes monstruos del pasado hacia el porvenir que inventabas, la música de las raíces profundas en la historia partida de esa tierra. Con tu corazón de poderoso mago de la aurora, tus manos que inventaban el verdadero nombre de América.Porque cuando digo América digo Neruda, digo Vallejo Huidobro, que contarán los hombres del tabaco y de la hechicería.Porque hay que decirlo, volver a repetirlo, quien no ha entendido nada aún de todo esto que se destroce su cuerpo sobre el gastado asfalto de esa ciudad deforme y malqueriente, que se suicide sin asombros desde el último piso de sus años vacíos y sin esperanzas que se corte su sexo, para no perpetuar sobre el mundo su sombra miserable.Y ahí están el hombre y la mujer desnudos como el río de las generaciones y el pájaro embriagado que lanza su grito jubiloso hacia la aurora.HaikuNo continente.Isla su corazónaún olvidado.ColaboraAurora Bitó[email protected]
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