Un río siempre es aventura: cuando uno es chico están los juegos, la naturaleza y después la posibilidad de nostalgia, de “desenchufe”, el pasado que se resiste a serlo. Son muchas historias; por su cauce viene y se va la cultura de un país, de una región. Desde la industria a la música, desde lo público hasta lo secreto, desde lo cotidiano, hasta lo trascendente. Sin embargo, pocos son los ríos que saben los secretos de distintos pueblos. Son los ríos grandes que unifican y separan, que marcan igualdades y diferencias: el Nilo, el Amazonas, el Mississippi, el Paraná, cuentan con tales pluralidades. Todos tienen secretos, conocidos apenas por algunos de sus habitantes que saben ver con ojos distintos lo que todo ven.Horacio Quiroga contó lo oculto del Paraná, escapó de lo sabido, habló con su gente. Es más, con los desterrados con cierto estilo de aprender y desaprender la vida, lo transformó en un cuentista del río y de la selva del alto Paraná; él es un hito del río en la escritura rioplatense.Cuando era niña viajaba en una jangada por el Paraná con mi padre: le dije mirá esa serpiente está viajando con nosotros. -¡Dejala! Ella, como vos, nos quiere acompañar. Al alba vi un tigre montando en un tronco, le saludé con la mano, la jangada hizo un ruido tan tenue que el agua del río casi se volvió música y se deslizaba suavemente como si volara, las garzas blancas pescaban y el yacaré entibiaba su reumatismo al rayo del sol. Los árboles de la costa sesteaban en la pereza sin ninguna prisa. El sol tibio y soñoliento se escondía entre las nubes y comenzaba a descender remolcado por la tarde. De noche, en mi hamaca, pensaba qué linda son las camas y las sábanas que suavizan los sueños, y me quedé mirando aquel hermoso mundo.El tuyo de luna, iluminaba el rosa cristal del Irupé y las taca taca mamaban la margen del río, hasta que mis ojos se fueron cerrando. Desperté, el río estaba en silencio y demente el viento silbó y empezó a bajar del cielo una gruesa lluvia. Ahí estaba Martín Pescador tirando su línea. La sirena cantaba y desde la costa con las camisas saludaban y los pájaros respondían con música de Mozart y vestidas de flores danzaban las mariposas sobre el río Paraná. Y así: vuelvo a cabalgar mi infancia sobre las alas azules de los recuerdos.ColaboraAurora Bitó[email protected]
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