La Escuela 829 tiene una premisa sobre la cual vive sus días y organiza su desarrollo institucional: la inclusión. Es por eso que nunca cerró sus puertas frente a la demanda de padres con chicos especiales ni buscó dar el pase a otra escuela como salida. Por el contrario, sus docentes incluyen a los chicos en sus aulas y hasta, decididos a mejorar sus prácticas educativas, se organizaron para reunir dinero y pagar una capacitación que los ayude a enfrentar mejor los desafíos diarios. Todo, ellos solos. “El contrato fundacional de la escuela establece la inclusión de la población más vulnerable, sea por cuestiones sociales o económicas. En este último tiempo la situación se vio casi desbordada con chicos con discapacidad o con algún tipo de diagnóstico de trastornos de aprendizaje o conductual”, indicó la directora de la institución Mirta Caballero, en diálogo con PRIMERA EDICIÓN. De los 308 alumnos que tiene la escuela, 47 son chicos especiales. “Tenemos 20 alumnos diagnosticados y 27 alumnos que están en proceso de diagnóstico con algún tipo de patología o retraso. Lo que más tenemos son chicos con retraso cognitivo lo que dificulta la enseñanza de lo establecido en la currícula, pero no significa que no se pueda aprender. Cada uno aprende de acuerdo a las posibilidades que tiene”, agregó. Sin embargo, a excepción de las escuelas especiales, las instituciones tienen contenidos establecidos que se deben dar en las aulas y que no responden a la realidad de los chicos con problemas de aprendizaje. “Se puede flexibilizar pero hay criterios de promoción, de evaluación y acreditación de saberes que no condicen con esta realidad y es ahí donde nos encontramos con que nos faltan muchísimas herramientas”, indicó Caballero. Manos a la obraFue así que los docentes comenzaron a buscar por sus propios medios las herramientas que consideraban que necesitaban para afrontar la situación en el aula y “lograr las cosas que nos proponemos con los chicos”. Algunos maestros comenzaron a buscar por sus propios medios pero después los docentes analizaron la situación institucional. “En todos los grados tenemos mayor o menor cantidad de chicos con problemas entonces nos planteamos qué podíamos hacer y así surgió la posibilidad de la capacitación”, relató Caballero. Entonces, comenzaron con un sistema de ahorro entre los docentes con la colaboración de los padres y pudieron pagar a la pedagoga Estela Guzowski para que dé un par de capacitaciones a los maestros.Las capacitaciones -se realizaron dos hasta el momento, una en septiembre y la otra en octubre- permite darles un nuevo abordaje de la educación “sin descartar lo que estamos haciendo sino sumar, adaptar y poder entender dónde estamos parados, qué otras cosas podemos hacer. Es darnos una oportunidad de seguir aprendiendo”, indicó la directora.Miriam Weber es madre con niño con autismo que concurre a la 829. “Encontramos un lugar de contención y apoyo, donde nuestros hijos son valorados más allá del diagnóstico. La calidad humana en la escuela es indescriptible”, indicó la mamá a este Diario. Por cosas como estas es que las maestras consideraron que “estamos en buen camino”. Para cerrar, Caballero remarcó que “estamos más que satisfechos. Este año nos vamos a quedar cortos, hay que ver cómo continuamos”.
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