“Por qué, tía… me ataron a una silla, me tiraron alcohol y me quemaron… por qué, tía…”. Las últimas palabras de Bianca Knack (12), una de las cuatro víctimas de la denominada “Masacre de Panambí”, resonaron en la segunda jornada del debate oral y público que se lleva adelante en Oberá, marcada por el crudo relato de los primeros vecinos y familiares que asistieron a la familia aquel triste domingo 25 de mayo de 2014.Ese primer relato fue de Norma Dechemberg (37), quien abrió el telón de una mañana plagada de recuerdos dolorosos y lágrimas que golpearon en lo más profundo, incluso, a varios funcionarios judiciales. El silencio y la congoja coparon el Salón de Usos Múltiples de la Unidad Regional II, donde se lleva adelante el juicio, encabezado por los magistrados Francisco Aguirre, José Rivero y Lilia Avendaño.Los ocho testigos declararon ante la mirada de los fiscales Estanislao Bys y Myriam Silke. Y también de los tres imputados que tiene la causa: el exprefecturiano Pablo Julio Paz (54), Juan Ramón Godoy (47) y el chapista Marcial Venicio Alegre (48), quienes podrían recibir prisión perpetua en caso de ser encontrados culpables de la peor masacre de la historia policial de la provincia.La tan esperada declaración de los imputados -prevista para este martes- finalmente no se llevó a cabo, aunque los abogados dejaron entrever que en cualquier momento darán su versión de los hechos. Todo apunta a que se desligarán del episodio.“Papá les dio, pero querían más”La apertura de la ronda de testimoniales estuvo en manos de Dechenberg, quien contó cómo trasladó aquel domingo a Bianca hacia el hospital Samic de Oberá, tras encontrarla totalmente quemada en la vivienda del kilómetro 7 de la ruta provincial 5, en Panambí.La mujer se quebró en numerosas ocasiones. Reflejó aquel horror en palabras a tal punto que varios operadores judiciales, acostumbrados tal vez a ese tipo de historias, no pudieron evitar las lágrimas. La testigo recordó ese día lluvioso, cuando su cuñado llegó en busca de ayuda a la vivienda de un vecino identificado como José Serfa, donde ella y su familia estaban de visita, a unos 700 metros del lugar del hecho.“Lo primero que hice fue preguntarle a Bianca qué había pasado y me contó que la ataron a una silla y le tiraron alcohol. La prendieron fuego. La quemaron. Mientras la llevaba en mi regazo, en el auto, me preguntaba ‘por qué, tía… por qué tía’. Estaba desnuda, la ropa se le había quemado por completo. Pese al dolor que sentía, me dijo que estaban mirando la tele y comiendo torta -era el cumpleaños de ‘Nano’ Knack, en esos momentos ausente- y entraron por la parte de atrás de la casa tres desconocidos encapuchados y que luego entraron otros dos. Me dijo que le pegaban a ella, a su mamá, al papá y a su hermano. Querían plata. ‘Papá les dio, pero querían más’, me contó”, rememoró quien fuera tía de la niña.Tras guardar silencio por algunos minutos, la mujer recordó que su sobrina estaba “desarmada”. Ante la pregunta de los jueces, explicó que “estaba desarmada porque se le caía la piel… la carne… todo… estaba muy quemada, no tenía cabello…prácticamente no tenía nariz…”. Antes de retirarse la mujer aportó un dato que podría resultar clave: “Mis hijos habían visto a un extraño de gorra espiando en cercanías al aserradero de los Knack unos cuantos días previos al hecho”. “Mi hermana gritaba por ayuda”“Tony” Manfredi Mojfiuk (42) dijo ante el Tribunal que fue uno de los que no reconoció a su cuñado Oscar Knack cuando fue a pedir ayuda a la casa del vecino José Serfa, donde él y su familia estaban de visita. “Estaba hinchado, sin cabellos, destruido”, afirmó.Sin embargo, dijo que en peor estado se hallaban su hermana, Graciela (42), y su sobrina, Bianca. “Estaban quemadas de pies a cabeza. Fuimos al trote hasta la casa de mi cuñado, sabíamos que Oscar dijo que los habían asaltado y quemado a todos, por eso en el camino juntamos piedras. No sabíamos con qué nos podíamos encontrar”, contó el hombre. La descripción aportada sobre el momento en que arribaron a la casa es desgarradora: “Al llegar estaban todos tirados en el pasto. Mi hermana y mi sobrina estaban desnudas, ni la ropa interior les quedó. Cristian, mi sobrino, también estaba muy mal. Mi hermana gritaba ‘¡ayuda! ¡ayuda!’. Entonces me dijo ‘nos tiraron un litro de alcohol y nos prendieron fuego’. Pedí a mi señora que traiga un matafuegos y a los otros que auxilien a los demás, mientras llevábamos al hospital en mi auto a Bianca, que fue sobre el regazo de mi señora. Temblaba y tenía fiebre. Tenía olor a pelo quemado. Decía ‘no me pregunten más… ellos querían más plata, mi papá les dio pero ellos querían más…’. Lloraba mucho. Entré con ella en brazos y gritaba para que nos atendiera alguien, una enfermera o un médico. Fue desesperante”, dijo, a punto de quebrarse.Mojfiuk admitió que, pese al tiempo, aún no puede recuperarse del trauma. “No puedo pasar más por la casa de mi hermana. Veo el patio, el pasto atrás y vuelvo a verlos a ellos ahí…quemados y gritando de dolor, pidiendo ayuda”. “Eran cuatro o cinco ladrones”Aunque asiste al juicio como parte querellante -representado por el abogado Javier Millán Barreda-, Carlos “Nano” Knack (27) fue citado ayer como testigo. El joven, quien sigue al frente del aserradero, brindó un pormenorizado detalle de cómo fue el día del hecho, que justamente era su cumpleaños, y de cómo el pedido de ayuda de su suegra para realizar tareas agrícolas le salvó la vida, pues se hallaba en la vivienda de quien era su novia en ese entonces -actualmente es su esposa- cuando llegaron los asesinos.“A esa hora, a las 19.30 de ese domingo, me llamaron para avisarme que habían asaltado a mi familia. Urgente fui al lugar, ubicado a unos 700 metros, y cargamos a mamá y papá en un móvil policial. En el camino mi padre me contó que los golpearon mucho, los torturaron a todos. Les dijo dónde estaba el dinero, pero querían más. La plata estaba en una caja de zapatos, en un ropero de la habitación de mis padres. Les ofreció cheques pero ellos no aceptaban, decían que ‘no eran pavos’. Luego de rociarlos con alcohol y prenderles fuego, los encerraron en la pieza de Bianca. Mientras esto ocurría y se quemaban la cama y las cortinas, uno de ellos sostenía la puerta de la pieza”.Sobre el diálogo que tuvo entonces con Cristian, ratificó aquello de que el joven había reconocido a uno de ellos. “Cristian me dijo que era un prefecturiano, que no sabía el nombre pero era el que compraba machimbre cada tanto. Me dijo que busque en los cuadernos de ‘mami’, donde ella registraba todos los movimie
ntos financieros, pero jamás pude ubicar quién era. Son muchos cuadernos. También me dijo que eran cuatro o cinco los ladrones, con guantes a los cuales les recortaron la parte de los dedos”, rememoró.Consultado acerca de quién o quiénes podían estar al tanto de la transacción comercial que hizo su hermano Cristian el día del hecho -quien acababa de llegar con 400 mil pesos que había cobrado por la venta de una carga de madera-, “Nano” afirmó que “nadie podía saber porque era algo familiar y privado. “Era habitual que cada tanto algún integrante de la familia viajara para realizar operaciones donde se manejaba dinero”, contó, tras lo cual agregó que no sabe cómo “alguien pudo enterarse” y, en ese sentido, dijo que no había problemas con empleados o exempleados de la empresa.“Nos asaltaron, nos quemaron”A su turno, Gisella Swartz (35), la dueña de la casa donde Oscar Knack fue a pedir ayuda, relató que fue ella quien lo reconoció. “Todos dudaban de quién era la persona que golpeó la ventana. Les dije que era Oscar por la voz, lo reconocí por la voz…”, dijo la mujer, quien también rompió en llantos en medio de la declaración.Mientras los dos hombres que estaban con ella fueron rápidamente a ver qué ocurría en la casa de los Knack, relató que quedó a solas con Oscar. “Afuera llovía y había mucha niebla. Él decía ‘nos asaltaron, nos quemaron, están todos afuera…llamale a ‘Nano’, que venga urgente. Me la van a pagar, por lo que le hicieron a mi hija, por lo que le hicieron a mi familia… la van a pagar’”.Luego la mujer recordó que la última imagen que tiene de padre e hija -Oscar y Bianca- son los gritos de dolor en la guardia del Samic de Oberá. “La nena pidiendo por su papi… gritando de dolor y pidiendo por su papi”, sentenció antes de quebrarse nuevamente. Un dato no menor que aportó ayer Swartz fue que aseguró que, camino al hospital, Cristian Knack le dijo que “los asaltantes eran cinco y que reconoció a uno, todos con alpargatas blancas. Pero no me dio nombre, apellido o apodo del que reconoció. Tampoco lo describió”.También declararon ayer Miriam Ritcher (24), quien en ese entonces era novia de “Nano” Knack y actualmente es su esposa, y su hermano, José Ritcher (29).Hizo lo propio, además, José Serfas, dueño de la casa donde fue a pedir ayuda Oscar Knack y el sobrino de éste, Germán Mojfiuk (29). Éste último dijo ante el tribunal que Cristian Knack le contó de un automóvil VW Bora que vio en la escena, “bordó u oscuro”. La enfermera, testigo clavePara hoy a las 8.30 está previsto que se reanude el juicio oral y público por la “Masacre de Panambí”. Entre los siete testigos citados figura como testimonio excluyente el de la enfermera que presenció la denuncia de Cristian Knack en el hospital Madariaga de Posadas, tras una leve mejoría y antes de morir. También declarará la pareja del joven, quien lo acompañó a realizar la transacción comercial a Cuatro Bocas (Corrientes), el mismo día del brutal cuádruple homicidio.
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