Señora Directora: Esta última semana, pretender utilizar el transporte del sistema integrado de la zona suroeste de la ciudad, se ha convertido en una verdadera odisea. Pocos saben cuáles son los cambios introducidos en los recorridos de las diversas líneas (también con numeración diferente), así como muchos otros no habían sido advertidos de la reforma que generó la esperada incorporación de la terminal de transferencia de la avenida Quaranta.Hasta el viernes en cualquier parada céntrica se podía conocer a muchos usuarios que, desorientados, llevaban largo rato esperando el colectivo de una línea ya inexistente o sin saber quién les explique como poder llegar a destino. La lógica parece ser, más allá de la indiferencia de empresas y autoridades, ese viejo dicho educativa de antaño: “La letra con sangre entra” o, más racional, aquello de prueba y error.Recuerdo que en 2002, antes del sistema integrado, cuando se establecieron los corredores exclusivos y hubo una readecuación de los recorridos de líneas, la actitud hacia el usuario fue más lógica y cordial. En las paradas más importantes del centro había personal capacitado que explicaba sobre los nuevos itinerarios y evacuaba las dudas en cuento a ese cambio. Hoy pareciera que quien utiliza el transporte público es desmerecedor de esa consideración, porque en las paradas siempre he visto gente desorientada, pero ningún personal que les explique los cambios.
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