Señora Directora: Cotidianamente se habla de cambios y eso demuestra que todo se mueve, se transforma, para que así se entienda que estamos experimentando situaciones en esta vida terrenal, que a veces nos benefician y otras nos perjudican.Es que estamos en el “taller de la vida”, en el que tenemos que demostrar nuestra inteligencia y capacidad para resolver cada situación que se nos presenta, avanzando con entusiasmo y entereza que son algunas de las cualidades que nos apuntalan.En cuanto al cambio climático, no es una novedad porque desde siempre fueron modificándose los climas especialmente y los comportamientos del planeta Tierra, que felizmente todavía sigue sano y salvo, a pesar de los graves problemas que generan los terremotos y tsunamis, así como los volcanes, inundaciones y granizos cada tanto.Pero la humanidad prefiere sortear esos obstáculos inevitables y seguir por el camino equivocado, lo que está demostrado con el comportamiento humano, por todos los problemas que generan las personas en cada rincón del mundo.Ya nada sorprende, la violencia se expande minuto a minuto y los protagonistas –obviamente-, son los seres humanos que pareciera encuentran en ella una tremenda satisfacción, un resultado buscado para decir luego: ¡misión cumplida!, sin importarle las consecuencias negativas que genera con su accionar.También está el otro camino equivocado de consumir cualquier producto nocivo, no importa si hace daño, la cuestión es lograr alegría, felicidad espontánea, “navegar estando en el mismo lugar”, entre otras experiencias.Pero es innegable la involución humana y eso lamentablemente juega en contra de las posibilidades de superación, de crecer como personas, de lograr objetivos comunes, de entender que cada uno debe ser menor y no caer en el vacío mental que no promete nada, que perjudica y hasta contagia a quienes no tienen iniciativa propia.Ya tenemos los miles de conciudadanos que han recibido una ayuda económica, que si bien es insuficiente, pero debe ser la base para preocuparse por lograr un incremento en sus ingresos, cuando se sabe que hay faltantes en trabajos domésticos, de utilería, de limpieza en general, etc.; pero no hay voluntad y eso no aporta a una sociedad nerviosa, que corre como loca todos los días como si se acercara el fin del mundo.Quiero que esto se entienda como concepto general y no como referencia política, porque los argentinos estamos mal acostumbrados a recibir las cosas con facilidad, “de arriba” como se dice y lo reconocemos.Argentina encontrará el camino acertado el día que cada uno cumpla con sus obligaciones ciudadanas, que genere “algo” propio –así sea en su casa- y deje de “hacer cosas raras” para salvar el día o el mes; porque cada acto ilícito lo puede beneficiar, pero perjudica a todos los demás. La energía eléctrica y el agua son casi imprescindibles, sin embargo, ¿cuántos utilizan esos servicios sin pagarlos? ¿Por qué esa falta se respeto, esa actitud deliberada, creyéndose “pícaro” ahorrando de esa manera, si a decir verdad, “lo devuelve por otro lado”?, y eso está comprobado.Claro que son cosas que nos atañen a todos, porque los mayores daños lo producen quienes aprovechan su lugar de privilegio a los que acceden los mismos de siempre.
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