¿Dónde están las bellezas más destacadas? Preguntan los que no conocen. Están dentro del hogar, dentro del corazón. No hay más que traspasar el umbral para que se convierta en inspirador templo de belleza. Pisos y paredes mezclan sus tonos para confundirse en suaves matices de color pajizo. La madera en bruto, sin barnizar, pero suavizada y natural por el paciente cuidado de muchos años, imprime carácter a la habitación.Cuando se sirve una comida en este hogar, o en cualquier otro, cada plato, cada taza, es un objeto de arte, y los alimentos se disponen con más gracia que los macizos de flores en un jardín occidental.En una de estas casas sin pretensiones en cierta ocasión me sirvió el té una anciana, en una frágil taza verde y castaña, de borde desigual y salpicados diseños. Era, sin duda, el más preciado tesoro de aquel hogar y de acuerdo con las costumbres me la ofreció de modo que su parte más hermosa me diera de frente. Correspondiente a la etiqueta decliné el honor y dándole vuelta, bebí por el lado más tosco. Pasada la ceremonia quise averiguar por qué aquella taza era tan valiosa.-Tiene más de mil años -me respondió la abuela. Pregunté entonces cuál era la razón de que un objeto tan preciado se usara casi a diario.-Porque fue hecha para beber té en ella -fue la sencilla respuesta que me dieron.“En el hogar -dicen los japoneses- es donde mora la verdadera belleza”. Y hacia el hogar se vuelven los corazones. Las cuatro tradiciones preponderantes de la vida japonesa: transgresión, tradición, lealtad y la urbanidad.HaikuLa taza habló…Haré de ti mi amiga Mariposa que duermesColaboraAurora Bitó[email protected]
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