Ante una pelea o hecho de violencia, la mayoría de las veces la gravedad de lo sucedido hace que detengamos nuestro análisis en el hecho puntual. Quizás profundicemos un poco revisando quienes fueron las partes y cual tuvo la culpa. Centrándonos sólo en el análisis de las consecuencias o manifestaciones del hecho, dejamos de lado una cuestión más grave y determinante, cual es la dinámica relacional subyacente que las provoca. Estas dinámicas que se repiten una vez tras otra, crean un sistema repetitivo de patrones que puede cambiar de personas y problemas, pero se mantienen constantes y permanentes en la sociedad. Hablo de la violencia cultural que justifica y sostiene a la violencia estructural, cuyo emergente es la violencia directa que percibimos en las peleas y golpes.Ante el sufrimiento que genera un hecho violento, tendemos a buscar explicaciones que la mayoría de las veces nos llevan a culpar a otro u otros, este hecho produce una polarización que sólo sirve para justificar la violencia contra los del otro bando construyendo un círculo sin fin, ya que al justificar la violencia, nuevamente buscaremos culpables lo cual llevará a mayor polarización y así sucesivamente.El problema de la lucha entre los opuestos surge de nuestra manera de percibirlos, la idea de excluir uno de ellos para aceptar el otro, genera un mundo de conflictos. Es necesario ubicarnos en un plano diferente a aquel donde se originan los opuestos (el del ego), para transformar ésta apreciación. Estamos en un momento clave, demos el salto cuántico para superar las polaridades, dejemos de pensar en términos de “unos u otros”, “ellos o nosotros” para hacerlo en términos inclusivos. Así como los esquemas de conducta se forman por repetición, lo mismo ocurre mediante la reiteración de una intención.Cuando la intención se repite crea un hábito, lo que comienza con tímidos pasos, se afianzará con el tiempo. Quizás las partes ante un conflicto puedan ir aprendiendo a verse como socias tras un mismo propósito: la solución de eso que las preocupa, e ir abandonando el rol de oponentes y competidores.La propuesta es poner en práctica la intención de destrabar nuestros conflictos, observando desde un espacio distinto del que se originaron, para superar las polaridades. Poder mirar de esta manera nos da otra oportunidad. Convivo a diario con víctimas que superan la entendible sed de venganza, convirtiéndose en los protagonistas más creíbles de los procesos de construcción de paz. Basta una persona con esta intención para que haya esperanza y cada uno de nosotros puede ser esa persona.Estamos celebrando la primavera, el día del estudiante y la paz. Así como todo florece en esta época, pensémonos UNO con todo y elijamos un nuevo comienzo. La paz inicia en nuestros pensamientos, ¿Cuales elegís hoy?.ColaboraValeria [email protected] 3764510132
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