Señora Directora: Falta un mes para las elecciones generales de renovación legislativa en que los distintos parlamentos (nacionales, provinciales y municipales) renovarán, en su mayoría, la mitad de sus miembros. Son las elecciones llamadas de medio término, útiles para advertir o confirmar al gobierno la opinión de la ciudadanía sobre cómo marcha la gestión; así como la mayor o menor satisfacción sobre el impacto de sus políticas en el accionar cotidiano de cada argentino.En alguna medida, sirve también para ir posicionando a aquellos dirigentes que dentro de dos años pretendan llegar a ocupar la máxima responsabilidad administrativa de la República Argentina: la Presidencia de la Nación (o continuar en dicho cargo, en el caso del actual mandatario). Y actualmente son varios los que están pensando adecuarse al traje para reemplazar al hoy presidente Mauricio Macri.Todo este comentario viene a colación para que quienes debamos elegir el próximo 22 de octubre, asumamos esa obligación ciudadana con responsabilidad y sepamos elegir, sin temor, al que nos parezca el mejor candidato y con las mejores ideas –o, al menos, las más afines a nuestro propio pensar y sentir–. Pero, sin perder, por supuesto la vista en la necesidad de entender la importancia del pluralismo y las minorías en estas instituciones del estado donde el diálogo y la negociación constante debiera resultar en la más auspiciosa legislación posible.Aunque asimismo es necesario ser consciente de la importancia de saber separar la paja del trigo de una campaña proselitista donde muchos solo apuntan a endulzar los oídos de los futuros electores, sin importar lo que realmente harán ya en funciones. Y vaya si sobran los ejemplos de esa profunda, profundísima dicotomía entre la promesa electoral y la gestión institucional.Y tengo experiencia en esto, porque desde 1963 que vengo cumpliendo ininterrumpidamente con esa obligación ciudadana.
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