Señora Directora:?Tras las elecciones primarias abiertas, simultáneas y obligatorias (PASO) del 13 de agosto pasado, viene observándose una marcada polarización en el electorado. Ello ocurre, principalmente, en la Provincia de Buenos Aires, pero, en mayor o menor medida, se repite en la mayoría de las provincias argentinas.Si bien, para quienes se han constituido en los dos polos de esa puja comicial –y, en especial, el gobierno nacional– resulta auspicioso y a pedir de boca, esa polarización es peligrosa para el pluralismo que debe imperar en toda democracia. Todos los sectores, incluido los minoritarios, deberían tener voz en los distintos parlamentos (nacional, provincial o municipal).Sin embargo, pareciera que la famosa “grieta” se profundiza y ha puesto las cosas en blanco o negro y, en mi opinión, es perjudicial para la representatividad de los cuerpos legislativos. Porque cuanto menos voces discrepantes haya, la resolución de los conflictos no se dirimen en las negociaciones, sino en la imposición circunstancial de una mayoría.Así quedan excluidas las nuevas ideas y el necesario consenso que permite avanzar con mayor equidad y justicia hacia las soluciones que requiere el país, independiente al color político o ideológico del ciudadano al que va a afectar esa decisión legislativa y de gobierno.
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