Son numerosas las recomendaciones técnicas destinadas a las actividades productivas que hacen hincapié en la planificación como clave del éxito. Pareciera ser que todo es posible de ser previsto, menos las cuestiones climáticas. Es que, de acuerdo con los especialistas, el clima se volvió más variable e inestable donde la incertidumbre gana terreno.En este contexto, Carlos Di Bella –director del Instituto de Clima y Agua del INTA Castelar– destacó el rol de los pronósticos a corto plazo por ser de los más tácticos y certeros, aunque los que menos posibilidades de adaptación y planificación validan. “Hoy manda el corto plazo”, aseguró el especialista quien, además, agregó: “Estamos frente a una situación tan compleja y complicada en relación con los anegamientos en muchos lugares de nuestro país que, lo que suceda en el corto plazo, impacta decisivamente sobre los excesos de agua. Esto lleva a que el largo plazo pase a un segundo plano”.En referencia a las abundantes precipitaciones registradas en las últimas semanas en las zonas ya afectadas por el exceso hídrico, explicó que “si bien los pronósticos indican cierta normalidad para los próximos meses, una precipitación un poco por encima de lo normal en este escenario tan saturado, igualmente resulta adverso en el corto plazo”.Y agregó: “Es que estamos en una época del año en la que no hay mucho consumo de agua, ya que es mínima la cantidad que transpiran las plantas y la que es evaporada directamente del suelo”.Una nueva eraLos fuertes contrastes climáticos vienen castigando a los productores agropecuarios durante las últimas campañas, que se caracterizaron por la variabilidad del clima, que generó severas sequías en algunas regiones y un verdadero diluvio durante los últimos meses en el sudeste de Córdoba y en el norte de Santa Fe.En este escenario, que incrementó el riesgo climático asociado al agro, los científicos coinciden en que es mucho más complejo predecir este tipo de eventos, que suelen ser extremos y muy desparejos entre las distintas regiones productivas.De acuerdo con el director del Instituto de Clima y Agua del INTA, Carlos Di Bella, la variabilidad climática siempre existió aunque en los últimos años se intensificó. “El punto es que se está viendo, a escala mundial y por un efecto global, una mayor variabilidad climática entre años. Es decir, que nos movemos entre picos extremos cada vez más versátiles”, explicó.El experto advirtió que se trata de fenómenos muy complejos cuya estimación, en términos temporales y espaciales, resulta realmente muy complicada, a pesar de que esta información es cada vez más demandada por los productores a fin de orientar la toma de decisiones.En este sentido, Di Bella sostuvo que pronosticar “es conocer el futuro por indicios” y a fin de que los pronósticos sean cada vez más certeros, los organismos y los científicos deben integrar más la información y el conocimiento que reúnen. Es una cuestión estratégica para mejorar la gestión del riesgo hídrico en los pueblos y ciudades, que este verano sufrieron con las inundaciones por lluvias, y para que los productores puedan balancear mejor sus esquemas y repartir el riesgo entres distintos cultivos y actividades agropecuarias.En lo que va del año en el país hubo situaciones climáticas contrastantes con anomalías en las precipitaciones con excesos hídricos en Santa Fe, noreste de Córdoba, San Luis y parte de la Mesopotamia. Y hubo déficit de lluvias en otras provincias.
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