La primera mujer del Norte argentino en alcanzar la categoría de sexto dan en taekwon-do es la misionera Karina Alonso, un orgullo para la provincia. Tenacidad es sin dudas una de las palabras que la describe, las otras son pasión y entrega: además de ser una mamá dedicada a su familia es laboratorista química, entrena, da clases y deja tiempo para practicar otro deporte que la apasiona: el hockey sobre césped. “Nunca pensé que iba a llegar tan lejos”, reflexionó durante una cautivante charla con SextoSentido. Karina desborda energía a quienes la rodean. “Uno empieza a entrenar y no se imagina hasta dónde va a llegar. En mi caso nunca pensé que me iba a convertir en la primera mujer en esta región del país en alcanzar mi categoría”, contó desbordante. La maestra sabum-nim cuenta que empezó a entrenar “de grande”; tenía 18 años cuando eligió la disciplina y no paró porque la vida la fue colocando en un lugar que, aunque no buscó, era suyo por destino. De alumna y colaboradora pasó a ocupar el lugar de su instructor, quien se fue a vivir fuera del país y la dejó a cargo de sus compañeros quienes pasaron a ser sus alumnos.“En tan solo meses, el grupo creció de manera explosiva”, contó feliz porque “casi todos los papás empiezan trayendo a los chicos y después se engancha toda la familia”. El círculo de una clase Para esta intensa mujer, el taekwon-do es una forma vida, cada una de las partes del círculo de una clase ayuda a tomarlo todo con esa filosofía: entrada en calor, técnicas básicas, que son los elementos fundamentales de las formas que siguen después. Se trabaja con los accesorios, escudos y demás, para ahí sí entrar en lucha plena. Por último elongación y nuevamente entrar la calma. En su rol de investigadora, dentro del laboratorio, ella se encarga de realizar todos los diagnósticos del papa nicolau del hospital Madariaga, en su parte citotécnica (prepara las muestras de células para el estudio microscópico que ayuda al diagnóstico citopatológico mediante el examen de las muestras). Disciplina y seguridadDesde el primer momento en que la maestra Alonso miró la ropa de práctica de taekwon-do, quedó enamorada. “Me dí cuenta que eso era lo que quería hacer”, relató. Su amor nació después de ver un volante de la escuela donde empezó a tomar clases, explicó. Lo que hizo la diferencia, con los años, para que ella siga en ese camino fue “la seguridad que fui adquiriendo. La disciplina. Es un balance entre felicidad, lograr todas las cosas que buscas y tener una disciplina. Saber que lo que estoy haciendo está bien para las personas que amo”, sonrió. Por Myrian [email protected]
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