Trozos de timbó, lapachos, cañafístolas… que dejan las podas a lo largo y ancho de la ciudad son diamantes en bruto hasta que llegan a las manos de Sergio Vargas, un joven que encontró en el tallado una pasión y logró convertirla en una salida laboral.En una charla con PRIMERA EDICIÓN contó que siendo adolescente, con solo catorce años, hoy tiene 36, encontró en el esculpido un hobby que perfeccionó con el artesano Marcelo Ferreira, su vecino por entonces, quien encontró en él buenas aptitudes y lo llevó a trabajar a su taller hasta que “cuando vi que hacía bien las cosas, que me gustaba lo que hacía, me animé y me largué solo”.Desde entonces, cada época de poda es su tiempo de recolección, “junto la madera, la estaciono, la asierro con motosierra, comienzo el proceso de cero”, confió. Trabajo que a futuro se convertirá, por ejemplo, en una bandeja digna de lucir en una mesa elegante, un cuadro con calados finísimos, capaz de ornamentar cualquier pared.Y añadió que “prácticamente no trabajo a pedido, simplemente son cosas que me marcan, los diseños son míos, las formas de las fuentes son puramente mías y el acabado final lo hago con aceite de oliva, nada tóxico y resalta aún más la veta del timbó, una especie que se puede mojar, liviana, que se utiliza para canoas”.E hizo hincapié en que apuesta a trozos de viraro, lapacho, cañafístola, maderas nativas, “me gustan más las duras, porque aunque cuesta un poco más trabajarlas, permiten lograr detalles más finos, sin riesgo a que se rompa; utilizo gubias y ahora recurro un poco más a la motosierra, a una circular de mano, caladora o taladro, pero trato que sea todo manual, soy muy detallista, trato de cuidar las terminaciones, la lijada, la pulida, no utilizo barniz, sino cera o sellador”, tal vez por ello es que sus obras son muy buscadas por los comercios de Puerto Iguazú, por la demanda que tienen.Perfección que lo convirtió en ganador de la Feria de Artesanías del MERCOSUR en 2016, encuentro del que participó solo en cinco oportunidades. Y en la quinta sobresalió entre 234 participantes con “El Pombero”, una obra en 3D que concibió a partir de “un trozo de paraíso que rescaté cuando lo iban a utilizar para prender fuego, lo pedí y me lo dieron, lo tuve durante dos años aproximadamente, pensando en que algo lindo iba a hacer, era un nudo, con muy linda veta, muy cruzada. Antes de la feria vi la imagen en esa madera, el Pombero, un fondo de árboles y un sol sobresaliente”, confesó. Logro que le abrió las puertas a ser parte de la edición de este año, con todos los costos cubiertos. Una posibilidad que va más allá de exhibir sus obras, pues allí se genera una importante camaradería con artesanos de distintos puntos del mundo y un importante intercambio de experiencias, por lo que es una forma de nutrirse y perfeccionarse. Por lo que ya está trabajando en la obra que someterá al jurado.Aunque Vargas admite que su trabajo más significativo fueron “dos cuadros de timbó, en una sola pieza, de unos ochenta centímetros, con las cataratas, el agua bien trabajada, las piedras, árboles con tucanes arriba y, debajo, un yaguareté”.
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