Esta semana salió publicada en el Boletín Oficial de la Nación la reglamentación de la Ley de Acuicultura (decreto 692/2017) que fue aprobada por el Congreso de la Nación a fines de 2015. La reglamentación era la última instancia del proceso comenzado con la sanción de la Ley que dotará a la actividad acuícola de un marco normativo para su regulación, control, fiscalización y fomento.Si bien el volumen de producción de acuicultura en el país continúa siendo pequeño (3.712 toneladas en 2016), existe un enorme potencial de crecimiento dada la existencia de recursos naturales y aguas de calidad, la amplia disponibilidad de insumos para producción de alimento balanceado, la existencia de instituciones de enseñanza, investigación y desarrollo, y la imagen positiva que tiene Argentina como país productor de alimentos. En ese sentido, organismos internacionales como la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO) sostienen que Argentina es uno de los principales países con potencial para el desarrollo de la actividad.Las principales especies producidas actualmente son el pacú (52% del total producido), la trucha (38%), la carpa (3%) y el surubí (2%), con una participación mayoritaria de proyectos ubicados en las provincias de Misiones, Buenos Aires, Neuquén y Chaco. En ese sentido, este sector puede jugar un rol fundamental en la generación de empleos y en la promoción del desarrollo económico de dichas provincias.Con el objetivo de fomentar la actividad en distintas regiones del país, la Ley prevé la creación de un Fondo Nacional de Acuicultura (FONAC) que dispondrá de una partida del presupuesto nacional por diez años. Dicho Fondo podrá otorgar asistencia financiera a los proyectos de pequeña escala y a las Pyme que produzcan un máximo de 1.000 toneladas. Además, la ley prevé beneficios impositivos por diez años para los productores, que incluyen deducciones a impuestos provinciales de bienes personales e ingresos brutos, amortización anticipada del valor de las maquinarias adquiridas y eliminación de aranceles de importación de aquellas maquinarias que no se producen a nivel nacional.Por último, podrá sancionar prácticas nocivas para los recursos naturales y los organismos acuáticos, promoverá la investigación científica, el agregado de valor y desarrollo socioeconómico, cultural y profesional de los actores del sector. Según el subsecretario de Pesca y Acuicultura de la Nación, Tomás Gerpe, “el decreto reglamentario de la ley de acuicultura es un gran beneficio para aquellos que tienen en vista la actividad ya que les brinda un marco normativo y establece el acompañamiento del Estado en cuestiones impositivas, asistencia en infraestructura, entre otros. Se da, así, el primer paso para el desarrollo de una actividad incipiente en nuestro país pero con un gran potencial, generando impacto positivo en las economías regionales: creación de nuevas pymes y nuevas fuentes de trabajo.”La FAO dice que aumentará la producción y el consumo en el mundoSegún la FAO la acuicultura podría suministrar en 2026 el 58 % del total de pescado destinado al consumo humano. Asia seguirá siendo líder en la demanda y oferta a nivel mundial, de la mano del desarrollo acuícola de China.La Organización de las Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación (FAO), en cuanto a la producción mundial de productos pesqueros, estima que este año se alcanzarán las 194 millones de toneladas, esto es, un incremento de 26 millones de toneladas, que suponen un 15 por ciento más. De ese incremento, “el principal motor será la acuicultura”, que se espera que aumente un 34 por ciento en 2026 en relación con el período base.Más concretamente, se prevé que la producción acuícola mundial superará los 100 millones de toneladas por primera vez en 2025 y que pueda llegar a 102 millones de toneladas en 2026.Se destaca también que la acuicultura “seguirá siendo uno de los sectores alimentarios de más rápido crecimiento”, y eso a pesar de que su tasa de crecimiento anual promedio se haya desacelerado de 5,3 por ciento por año en la década anterior a 2,3 por ciento por año en el período 2017-2026. Esa mayor parte de la producción acuícola que se prevé, continuará procediendo de los países asiáticos, que representarán alrededor del 90 por ciento de la producción total en 2026; donde China seguirá siendo el productor dominante, representando el 63 por ciento de la producción acuícola total en 2026.Otro importante aspecto que recoge FAO es que 2021, la acuicultura debería superar la captura total (incluyendo los usos no alimentarios) y que en 2026 tendría una participación del 53 por ciento de la producción total de pescado y del 58 por ciento del total de pescado destinado al consumo humano (excluyendo los usos no alimentarios).Se subraya también que, a pesar del creciente papel de la acuicultura en el abastecimiento total de pescado, “se espera que el sector de captura siga siendo dominante para varias especies y vital para la seguridad alimentaria nacional e internacional”.En cuanto al consumo mundial de pescado como alimento, las previsiones apuntan, en 2026, a un incremento del 19 por ciento (29 millones de toneladas) en comparación con promedio 2014.Por continentes, de las 177 millones de toneladas disponibles para consumo humano en 2026, las cantidades más bajas se consumirían en Oceanía y América Latina. Asia lo haría con más de dos tercios del total: 127 millones de toneladas, de las cuales 56 millones de toneladas serían fuera de China. Se espera, asimismo, que Asia continúe dominando el crecimiento del consumo, representando el 76 por ciento del pescado adicional consumido para 2026.Subiría también el consumo aparente mundial per cápita de pescado, que alcanzaría los 21,6 kg (equivalente en peso vivo) en 2026, superando al promedio de 20,3 kg de 2014.El consumo de pescado se considera que se expandirá en todos los continentes, excepto en África, donde el crecimiento de la población superaría la creciente oferta de pescado “lo que enciende una alarma en términos de seguridad alimentaria en ese continente”.
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