Que la Confederación General del Trabajo (CGT) haya realizado una manifestación y anticipado que analizará un nuevo paro en septiembre generó que el presidente Mauricio Macri echara al viceministro de Trabajo, Ezequiel Sabor, que lo acompañó incluso en las gestiones al frente del gobierno de la Ciudad de Buenos Aires; y al Superintendente de Servicios de Salud (organismo que maneja la millonaria caja de las obras sociales sindicales), Alberto Scervino.Aunque resulte para muchos desconocido, estos “fusibles políticos” estaban ligados a la CGT y eran los responsables de mantener la relación con los principales dirigentes gremiales. Cabe recordar que Macri le devolvió una millonaria suma a las obras sociales sindicales, retenida por CFK, lo que no resultó suficiente para mejorar la relación. Pero eso no fue todo. El escandaloso recorte de pensiones por discapacidad que movilizó no solo a la oposición sino a los propios damnificados en todo el país antes de las elecciones Primarias pasadas; terminó con la salida del presidente de la Comisión Nacional de Pensiones Asistenciales, Guillermo Badino.La desprolija gestión y la injusta manera en la que Badino aplicó el recorte sobre una población que necesita de la ayuda del Estado, finalmente hicieron entrar en razón (al menos en esto) al presidente Macri. Miles de afectados por la “tijera de Badino” aún siguen esperando el pago retroactivo de la deuda que se generó desde que dejaron de cobrar por orden de Desarrollo Social de la Nación, cartera a la que reportaba el ya despedido funcionario macrista.Ahora será la vicepresidenta Gabriela Michetti la que maneje en su órbita el pago de las pensiones a través del Plan Nacional de Discapacidad. Si Macri echa a cada funcionario donde se cometan errores: ¿qué tan alto se animará a llegar para cambiar a los integrantes de su gabinete en plena campaña?
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