No siempre el orden de la vida permite que los hijos lleguen cuando se logró una formación profesional que asegure una salida laboral y cada vez son más las mamás que se lanzan a la aventura de estudiar llevando a sus pequeños “de la mano”. Todo un desafío para el que el Instituto Superior de Formación Docente (ISFD) de la Ciudad de las Flores encontró una aliada. Es que la directora del jardín “Horneridos” de la Escuela Normal Mariano Moreno, Lucila García Da Rosa, se hizo eco de la necesidad de contar con un espacio para el cuidado de los niños y abrió las puertas de la institución a la que hoy es la única guardería nocturna gratuita de la región.El año 2015 sorprendió a docentes y niñitos con un nuevo edificio, tras una larga espera. Pero el sueño de una guardería se instaló mucho tiempo antes en Da Rosa y ya en 2014 dio sus primeros pasos en las salas que ocupaban en el viejo edificio, hoy parte de la primaria.“Es un proyecto que viene de hace mucho, el profesorado cumple 25 años y en ese trayecto, fui profesora, vi lo que pasaban las niñas que querían recibirse de maestras y tenían que llevar a cuestas a sus chiquitos porque no había quien los cuide, pero las chicas ponían empeño, los traían, te encontrabas con los pequeños deambulando o con clases con bebés, de las que debían salir a cada rato, porque se ponen inquietos, entonces se fue gestando en mí la idea de crear un espacio para que ellas puedan estar tranquilas para cursar y sus niños estén atendidos”, recordó la docente.De a poco Pero “lamentablemente los tiempos de uno no son los del Estado. Me llevó muchas idas, entregar carpetas a un montón de gente, presentar proyectos, plantear las necesidades, subrayar que no pedíamos nada, simplemente la habilitación para funcionar y atender”, apuntó y reconoció que cuando Adolfo Safrán asumió la presidencia del Consejo General de Educación (CGE) y la actual directora de Enseñanza de Educación Superior, Paula Toledo, recibieron el proyecto y le dieron viabilidad.Un censo que llevaron a cabo en 2013, arrojó un total de cien aspirantes y la primera inscripción no fue diferente, durante el primer año la inscripción fue de ochenta niños, desde bebés hasta ocho y diez años, que acudieron de 18 a 21,45. Obviamente nada fue sencillo. El Consejo había afectado una vacante, pero con semejante matrícula, era imposible para una sola persona, “entonces en 2014-2015 y parte de 2016 hacía un tercer turno, directora por la mañana, maestra de sala por la tarde y a la noche hacía el turno de maestra”, admitió la “mae”, trabajo que, por supuesto, fue ad honorem.“Cuando iniciamos el primer día y salimos con Raquel (Smialkowski) contentas porque teníamos muchos niños y las mamás estaban contentas, le dije ‘esto me mata de amor, creo que no voy a poder dejar la guardería jamás’; porque es un lugar donde te conectás con los niños desde otra mirada, empezamos a trabajar, a hacer proyectos, porque no es solamente guardar a los niños, es atenderlos en todos los aspectos, en lo físico, psicológico, en potenciar sus posibilidades”, memoró.Muchos niños y pocos docentes“Fue un año bastante duro, porque se hizo muy difícil manejar los tres turnos, pero se pudo y con éxito. Para el segundo año contraté a una chica, empezó a trabajar ad honorem y las mamás en una reunión decidieron colaborar para que pudiera tener el dinero para sus pasajes, hacíamos eventos, rifas y pudimos sostenerla un tiempo y, al año siguiente empezamos a solicitar afectación de cargos, algo muy difícil, pero logramos que a mediados de julio viniera una vacante de otra escuela y en 2016 afectaron a una docente que no tenía alumnos en una escuelita de San José, así que ya eran cuatro personas con una maestra que tengo en cambio de tareas. Hoy en día estamos con cuatro maestras en afectación, no hay posibilidades de creación, es una negativa, entonces estamos a la buena de Dios, esperando, otra forma de trabajar no tenemos”, sostuvo la directora.El orgullo más grandeMediados de 2017 encuentra a la guardería con 25 pequeñitos entre deambuladores y bebés y 21 niños de tres a ocho años, un número fluctuante, porque se adapta a las necesidades de la mamá.“Cuesta mucho, a veces desde el rol de directivo uno se siente solo, no es lo mismo un grupo fijo de alumnos, que viene todos los días, de salas de tres, cuatro, cinco, que un grupo itinerante y, menos fácil, cuando tenés edades diferentes; nuestro bebé más pequeño tenía una semana de vida cuando se quedó con nosotras por primera vez”, resaltó García Da Rosa.“Los bebés demandan su tiempo, requieren un cuidado una atención especial, tenés que estar atento al llanto, a su hora de comida, al cambiado y en su vigía estimularlo con juegos, es todo el niño que se mira en cada uno de los niños; y se suma que es un turno difícil, creo que es una de las únicas guarderías que funciona en un Instituto de Formación Docente que es gratuita y que atiende el turno noche, entonces la responsabilidad que pesa sobre los hombros es muchísima”, recalcó.Las circunstancias hacen además que los niños compartan más de un turno con las maes del jardín, es que muchos asisten a la salita durante el día y a la guardería por la noche; y es un placer, “en salita de tres hay dos niñitas cuyas mamás las dejan mientras estudian, una vino con tres meses, la vimos crecer, hizo sus primeros pasos con nosotras, dijo sus primeras palabras y para ella esto es lo normal, es su casa, y nosotras de la familia, esa es la mayor satisfacción que te da la docencia y a mí como responsable se me llena el corazón, porque veo no solamente el sacrificio que hace la mamá para tener un futuro mejor para sus hijos, sino el sacrificio al que expone a su niño, que de 17,30 a 22 está con personas extrañas, que seremos el día de mañana tías o sus maes”, apuntó.Falta un espacio acondicionado “Donde voy cuento la experiencia, porque creo que es bueno cuando algo sale y da resultado. Más cuando no necesitas mucho, solo docentes preparados. Mi sueño es tener una sala de bebés, con cunas, pisos adaptados, cambiadores y lugares de guardado”, reconoció la docente.Es que cada día, las maes despiden a los niños del turno tarde a las 17.15, una señora que colabora con la limpieza se ocupa de volver a dejar todo impecable y comienza el gran despliegue para contener al tercer grupo, que incluye carritos de bebé, ante la falta de cunas, para contener a los más pequeñitos.“Año a año crecemos, en el turno de día tuve que abrir dos salas más porque el primario tiene muchísimos alumnos, históricamente tenemos mucha matrícula, se hizo muy difícil, no podemos desdoblar, entonces trabajamos con grupos numerosos, con niños de todos los barrios”,
dijo y añadió que “a fines de año me dijeron esperemos a febrero, ya había mandado dos años antes listados con cien niños para sala de cuatro, y no hubo resultado, este año, bajo palabra que iban a salir las afectaciones abrimos las salas, llegó el inicio de clases y no se dieron las afectaciones, no es ético decirle a un papá de un día para el otro el Consejo no me dio la maestra que necesitaba, así que hablé con mis docentes y yo me hice cargo de la sala de cuatro del turno mañana y mi auxiliar de sala del turno tarde, hasta que resuelvan mandarnos personal, hasta ahora no tenemos respuesta”.“La tecnología no debe reemplazar al otro”Lucila García da Rosa lleva 35 años de docencia sobre sus hombros, tiempo en el que se produjeron muchos cambios, pero uno de los que más le llama la atención es la “pérdida del tiempo valioso entre vos y yo, en los talleres los papás se ríen porque les digo que nosotros éramos felices porque podíamos imaginar juegos, nuestros niños tienen todo, muchos todavía están pagando el regalo de Papá Noel que ya está roto, porque no saben jugar. No puede ser que un niño de cuatro años tenga un celular o juegue en la computadora, puede manejarla, porque la tecnología es buena, que aprendan está fantástico, pero cuando suplantás la presencia por una máquina, como en su momento la televisión era la niñera, se van los sentimientos, los valores, el respeto, y es algo que desde el aula tratamos de modificar”, resaltó.“Tengo un equipo sólido de trabajo, todas sabemos cuál es nuestra misión y nos ponemos la camiseta al 100%, solo por eso todo esto es posible”, finalizó.Desde la experiencia “El desapego es difícil, por eso siempre les digo a las chicas que hagan la adaptación, no se desprendan bruscamente. Durante la noche, que de por sí asusta, y en la guardería, los niños están en un ambiente diferente, no es su casa, no hay personas conocidas, todo es raro; hay que evitar ese llanto angustioso, el desprendimiento debe ser lo más suave posible”, analizó. Lucía está próxima a jubilarse y se nota que ama su trabajo.“Me estoy por ir del sistema, hay que ser sincero, cumplí 35 años de antigüedad docente, pero amo lo que hago, por eso no miro más allá, vivo por esto, esto respiro, dejo de lado un montón de cosas, pero no me arrepiento, recibo retos de mis hijos, de la gente que me conoce, por el tanto tiempo que le doy a la escuela, pero no me arrepiento, volvería a elegir mil veces ser lo que soy, a pesar que uno se cansa, porque son 35 años trabajando doble turno, el cansancio es físico, pero el corazón y la cabeza están ahí para generar cosas y seguir viendo cómo resolver estas cuestiones tengo pendientes”, contó.Por Evangelina Njirjak
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