Las derivaciones del apoyo que el Gobierno nacional cree haber recibido de las recientes elecciones Primarias abren interrogantes. La relativa calma en el frente cambiario, es siempre apreciable en una economía donde el valor del billete verde juega un rol que excede el de su función macroeconómica, aunque una nueva puja electoral, esta vez decisiva, puede reinstalar fácilmente la incertidumbre. La performance electoral, en tanto, cosechó este jueves un elogio del presidente del Banco Mundial, para quien las reformas económicas del Gobierno “van por el camino correcto”. La lógica por la que se guían los pronósticos de los organismos multilaterales y la realidad del complejo entramado de la economía argentina, no son idénticas ni mucho menos, y hay más de un ejemplo histórico que debería llamar a la reflexión. El avance apresurado de medidas en base a una interpretación eufórica del escenario post electoral, no es una buena señal.Un ejemplo claro se puede ver en la decisión de la ministra Bullrich de concurrir al Congreso, a responder sobre la desaparición del joven Santiago Maldonado, luego de haber rehusado una convocatoria previa a las elecciones.La funcionaria parece haberse sentido autorizada, tras los comicios, para banalizar un tema de extrema gravedad y ratificó así, que no se encuentra a la altura de las circunstancias y las obligaciones a su cargo. La intención de encubrimiento, y la criminalización de las víctimas, que se observa en la actuación de Bullrich y otros funcionarios del gobierno del presidente Macri, oscurece, más que aclara, los hechos. La funcionaria no advierte que hasta las fuerzas de seguridad se perjudican por su torpe intento de construir impunidad. La decisión de tomar distancia de las violentas antinomias del pasado, que dice defender, le exigiría en este caso ser garantía del más profundo compromiso del Estado con la verdad de los hechos. Cualquier atajo que se quiera tomar, en el contexto de un caso que evoca los peores crímenes de la historia política argentina, conlleva una grave falta institucional. Admitiendo un respaldo electoral, la escasa transparencia del discurso de la Ministra no le hace justicia.
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