Tengo herramientas para conocer de dónde vengo, porque digo lo que digo, por qué pienso como pienso.En realidad me conocí, me reencontré con mis valore, mis convicciones, mis creencias y eso me hace feliz.Al final del proceso de quiebre es maravilloso, porque renaces con mucha más solidez.Al final, viene a la mente una imagen que pertenece a la mitología más antigua de la humanidad un ser con alas de fuego, que visto el paraíso, que se llena y se cubre de la iluminación y la pasión que son las llamas. Brilla y vuela, el fuego lo hace un segundo que compite con su propia luminiscencia, una estrella que desafía a la luz más mansa del día. Pero dura poco. Y el ave que viste un manto de llamas, se consume en un instante de tal intensidad, de tal violencia, que al quedar mirando las cenizas quietas y grises, silenciosas, nos cuesta creer que hubo aquella grandiosa ave alguna vez allí. La ceniza es sustancia extraña, porque es seca pero se humedece en la mano. Es tal el deseo de vivir, de traer hacia sí la esencia de la vida.Y mientras miramos la cenizas empieza una trasformación, que también es veloz, completa, total; se perciben el gris unos movimientos delicados, luego, la noble cabeza se levanta, ahora fortalecida y acaso endulzada y atenuada por todo lo que le ha sucedido.Queda de pie, integra una vez más, hace el último gesto, o el primero de la nueva etapa: el ave Fénix despliega las alas, se prepara para volar.HaikuCaen palabraslluvia de pensamientosse vuelven flores.ColaboraAurora Bitó[email protected]
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