Cuando nos acercamos al final de la vida, como en mi caso, ahora es un acontecimiento tan cercano que casi cancelo todos mis planes y esperanzas relativos a este mundo. Para mí es estimulante como un atardecer del último día de primavera.La muerte es un comienzo, no es un final, la oscuridad desciende y en el cielo hay un fulgor distante.Cuando evoco mi vida, me llama la atención que aquellas cosas que en un momento eran tan importantes y seductoras me parecen absurdas: el éxito en sus diferentes aspectos; gozar de renombre y ser elogiada; placeres ostentosos, cómo ganar dinero o recordar el mundo, explorar y saborear cuanto pueda ofrecer la feria de la vanidad.En este curioso estado, una especie de limbo entre el tiempo y la eternidad he arribado a dos firmes convicciones.Primero, la increíble belleza de nuestro planeta y de quienes comparten mi especie humana; de los colores y formas, de aromas y sonidos; todo eso me parece absolutamente maravilloso. La segunda impresión, más fuerte de lo que soy capaz de transmitir.Contemplamos nuestras propias obras mundanas con cierto desdén como si todo hubiese sido tiempo perdido.Cuando aceptamos esa verdad, el desierto se llena súbitamente de júbilo y esperanza, florece realmente como una rosa en el confiado conocimiento de que nada podrá ocurrir en nuestro perjuicio final fuera de quedar separados.Los otros males son transitorios y, como nubes que se desintegran al calor del sol, vienen para ser incorporados al resplandor del más allá.HaikuMiro adelantelos espejos reflejancosas viejasColaboraAurora Bitó[email protected]
Discussion about this post