Durante más de treinta años he tratado de obtener que grandes maestros hindúes del Hatha-yoga describan para los occidentales los ejercicios que podrían hacer provechosamente y sin inconvenientes, con las debidas precauciones. Ninguno de ellos ha tenido la suficiente confianza en los occidentales para acceder a mi petición, decía Jean Herbert en 1970, pero luego citaba a importantes autores que ayudaron a superar esa laguna ofreciendo metas accesibles y descripciones de las prácticas principales, del modo de realizarlas y de sus efectos.Pasaron décadas. El 21 de junio, en ocasión de celebrarse el Día Internacional del Yoga, el embajador de la India en Argentina Sr. Sanjiv Ranjan se refirió a su gran difusión en el mundo de hoy, afectado por vertiginosos cambios que aumentan el nivel de estrés en las personas causando malestar físico, mental y emocional, para el que nuestra práctica “es un valioso recurso holístico con raíces en las milenarias tradiciones de la India”. En tal sentido, recordó este mensaje del Primer Ministro de su país: “El Yoga es una herencia para todo el mundo”. Entonces, considerando la gran popularidad alcanzada por esta disciplina, el Embajador manifestó: “Para nosotros es una preocupación que la calidad sea genuina, con estándares mínimos. Recientemente lanzamos una certificación de calidad llamada Quality Council of India, que califica el conocimiento y lo certifica en cuatro niveles, como un primer paso para asegurar que en el mundo se difunda un Yoga genuino”.Actualmente muchas escuelas se caracterizan por cuidar esa calidad. Sintéticamente nos referiremos a la Fundación Indra Devi de Buenos Aires y al Chopra Center de California. En la primera se parte de esta premisa: El Yoga es arte y ciencia de la vida que nos reúne con la armonía, la salud y la paz interior; es camino de perfeccionamiento que comienza por el cuerpo, pasa por la mente y culmina en el espíritu; es el antiguo conocimiento sistematizado por el sabio Patanjali en sus Yoga-Sutras (Siglo II a.C.), siguiendo un método de ocho grados que no ha podido ser superado hasta hoy.En el Chopra Center esos ocho pasos se aplican a un programa práctico basado en la unión de cuerpo, mente y espíritu y expresado en términos contemporáneos. Así, el primer grado o Yamas -normas de conducta o abstinencias- se interpreta como comportamiento evolutivo de los seres conscientes; el segundo o Niyamas -reglas de comportamiento personal-se remite al diálogo interno de dichos seres; el tercero o Ásanas -posturas físicas- comporta la integración mente-cuerpo; el cuarto, Pranayama -control de la respiración-deviene en integración neuro-respiratoria, conciencia y armonización de ritmos y ciclos vitales; el quinto o Pratyahara -retracción sensorial- sugiere silencio y sintonía con nuestras experiencias sutiles; el sexto, Dharana o concentración, conlleva maestría evolutiva y expresión de atención e Intención; el séptimo, Dhyana o Meditación, implica conjunción de lo individual con lo universal; el octavo, Samadhi o absorción, es establecerse en la conciencia pura, es expansión progresiva de uno mismo.En la hora de Yoga, en la hora del ahora, sentimos activa toda esa antigua sabiduría. Namasté.ColaboraAna Laborde Profesora de Yoga [email protected]
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